domingo

Artículo de Francisco Álvez Francese en ladiaria


Vindicación del viaje
(publicado en La Diaria el 18 de noviembre de 2015)

Poemas encontrados cuando no había, ganador del Premio Nacional de Literatura 2014 en la categoría Inéditos, es el más reciente libro de Roberto López Belloso, poeta y periodista, entre otros medios, del semanario Brecha, desde el que defiende uno de los últimos bastiones del género en la prensa, “Cruces de poesía”, que reseña todas las semanas libros uruguayos y extranjeros. “Los poemas se encuentran”, dice López Belloso. No vienen, entonces, a su autor: no hay la musa, la inspiración o el dios, nada desciende sobre una mente pasiva y pone la mano a escribir. “Yo no busco un dolor puro, / busco su nombre para delatarlo”, dicen dos versos de Eduardo Milán, y así, la poética de López Belloso se define explícitamente, sobre todo desde sus últimos cinco libros, como una búsqueda. Éste es el más reciente de una serie de Poemas encontrados... (en una guía michelin, en una sala vacía, en un año cualquiera, en el siglo pasado y en la sierra de las ánimas). Pero aquí ese plan poético que plantea la búsqueda como creación y la creación como búsqueda gana un nuevo perfil, una nueva arista más definida y perfecta.

Porque si cada uno de esos libros configura una unidad, es casi siempre una unidad un poco forzada, temática, contingente: enseguida se nota el artificio. La “sala vacía” del libro de 2001, por ejemplo, hace clara alusión al cine, y en Poemas encontrados en el siglo pasado (editado en 2005) hay uno por cada año del siglo XX, desde 1900 (“advertencia”) a 2000 (“epílogo”). En este sentido, Poemas encontrados cuando... se distancia notablemente de sus predecesores, formando una unidad que no es del todo temática (aunque a lo largo del libro hay muchos “cuando no había”), sino que se funda en un ritmo constante, en una forma poética donde cada poema es continuación explícita del anterior (los primeros versos son siempre los últimos del precedente, salvo en el poema 1, por razones obvias), donde la lógica interna que los dispone es una auténtica búsqueda -ya musical, ya semántica- con fuerte predisposición a una asociación libre modulada por el espíritu de un libro que tiene la forma del viaje y la dispersión, pero que confluye en un centro poderoso y nuclear que condensa y libera las fuerzas. Así, en esa modulación, las palabras acuden como al llamado de un azar firmemente determinado por un poeta que se muestra a veces y se camufla siempre en creaciones de riqueza léxica y lirismo singular, y que crea, sobre todo mediante rimas, aliteraciones y repeticiones, una música propia que es la auténtica guía del viaje que propone este libro.

La odisea empieza, como los mitos, en la isla de Creta. Creta llama a Micenas (en forma de su más famoso rey, Agamenón), Micenas a Egina (donde se erige el Templo de Afaea) y así, de sitio en sitio, de Alejandría en Lisboa, de emperador en rey, de virgen en pintor, de poeta en califa, de dios en animal, López Belloso traza un mapa imaginario, un mapa mental que se enlaza con líneas finas, de colores fuertes y relampagueantes, con palabras que se reclaman. Dice, en el poema 12, “se harta y se va a buscar lo que no encuentra / lo mero lo que no miente / o miente / pero de un modo distinto / […] a buscar la pureza en la demente insensatez de un mendigo / que mueve la noria de la transmigración de las almas”, y esos versos contienen su arte poética: la búsqueda constante, activa, de lo que no es, siempre en diferido. Buscar lo que se quiere en su opuesto, entonces, se constituye en voluntad motora del poema, de la literatura.

En ese viaje, del laberinto de Knossos al de las palabras, el peregrino (el poeta) va viendo dibujada su historia, que mezcla la mitología de los héroes griegos y de los dioses aztecas o hindúes con los sóviets y Kavafis o Pessoa. Así, López Belloso erige un poema (aunque el libro esté dividido en 16, reclama ser leído como si fuera uno solo) que es bitácora de viaje, mapa, historia, mito y lista. En esta concepción de lista, de catálogo, se pone del lado de Walt Whitman, pero sin que perviva acá el gesto maximalista, la voluntad totalizante. Este catálogo, como todos -sabe el poeta-, es caprichoso, íntimo, dictado por una aleatoriedad relativa. Como en el gabinete de un coleccionista, en él conviven, en simultánea sorpresa de existir, “tal vez verdad / tal vez mentira”, Rusia y España, pero no sólo, sino también la Rusia de los zares y la de Lenin, la España de la morería y la de los reyes católicos. López Belloso nos va mostrando las piezas de su gabinete de curiosidades, de obsesiones, y el resultado es un poema extenso, por momentos genial, siempre exigente de relecturas, de nuevas búsquedas. Los últimos versos, como muchos otros, están entre paréntesis, como si en las acotaciones y digresiones se colara la vida. Entendemos que el poema no termina, que la frontera vida/poesía es tan combada y tan flexible como el paréntesis que cierra. Y el que abre.

poemas encontrados cuando no habìa

(A continuación dos poemas del libro poemas encontrados cuando no había, de Roberto López Belloso, que obtuvo en 2014 el Premio Anual de Literatura del Ministerio de Educación y Cultura de Uruguay, en categoría poesía inédita. Fue editado en 2015 por Yaugurú)

-13-

cuando no había india
no había nada
estaba ahí antes que el tiempo
que se tarda
en llegar a la ciudad
por la quebrada polvareda
magma originario
donde flotan los saris leves como peces
cuando no había india
no había espacio
entre la multitud de promesantes
en el templo de udaipur
cuando no había india
no había idea
de la india
construcción imaginaria
respuesta inexacta
a una pregunta interesada
como el reflejo de esas planchas metálicas
de las celdas de los presos
o los baños de los trenes
sucedáneo del espejo donde es imposible ver nada
si no se trajo a cuestas
la intención de la mirada
que pregunta
cuando no había india
no había miedo
de la respuesta de la india
(no hay vereda mullida
contra ese golpe en caída libre
contra esa imagen
inventada
que se lanza hacia la india
buscando lo que no tiene la culpa
de ese vértigo real
o edulcorado)
cuando no había india
no había destrucción
del yo
en el fatalismo de la indiferencia
de la india
no había universo destruido
por la ira de shiva
por la bondad de shiva
por la indiferencia de shiva
porque cuando no había india
no había el que todo lo crea
el que todo lo destruye
shiva el indiferente
al estado de las cosas
que no son la india
cuando no había india
no había oriente ni occidente
sagrado ni profano
verdadero ni falso
impuro ni puro
porque cuando no había india
no había barcos en el cabo bojador
acopiando valor para sostenerse a flote
al menos a flote
al menos eso primero
para quebrar después
el mapa de áfrica /
creían buscar riquezas
creían buscar la gloria
creían buscar imperio
pero en verdad buscaban
la antípoda imposible
para atar a sí mismos la otredad perfecta
con la atadura insana
de cuerdas y nudos marineros
repetidos al hartazgo
en una ventana quimérica
por la que nada puede verse


-14-

cuando no había la ventana quimérica
por la que nada puede verse
–atadura insana
de cuerdas y nudos marineros–
no había
el árbol de la sangre
buscando las raíces de cada heterónimo
que tiene portugal
no había la raíz del templo
impresa en la moneda de plata
(heterónimo de sí misma
la moneda
que ahora tengo aquí
delante de mis ojos)
criatura única y quimérica
monstruo marino la moneda de plata
acuñada con la cruz del templo
y su peso en plata
para comerciar con lo que no había
antes de la atadura insana
de cuerdas y nudos marineros /
ventana quimérica ella misma
–la moneda–
se la creía perdida
se la pensaba perdida
se la registraba tan perdida
que hasta llegó a pensarse en una duda
en otra mentira de la esfera
en una ficción como unicornio
o como tesoro templario
pero estaba aquí
a un paso
oculta por la lluvia /
con este signo vencerás
con ese sortilegio
quiso protegerla el rey
y a través de ella protegerse
de lo que no puede ser visto
hasta que ya no importa porque llega
como un golpe de tormenta y quiebra
el casco de una nave o la cruz
de una corona /
el conjuro no podía
protegerlas a todas
pero al menos a esta
–fijación metálica de una idea imposible–
la mantuvo a salvo
las otras yacen en un sudario de sargazos
frágil platería de cambio
en la infancia de los navegantes /
no hay otro ejemplar
sólo está este
girando plateado en su pedestal de acrílico
como un heterónimo del otro rey
el que todavía no había
el perdido en alcácer quibir
girando plateado como un reflejo de su regreso
como uma mensagem
dada al oído de un contable de lisboa
hábil traductor de cartas comerciales
supracamoes encubierto
en los azulados azulejos de goa /
no tuvo el contable de lisboa
sirenas fantásticas recibiendo el mar
en sus cuerpos de cerámicas vidriadas
ni le quitaron un ojo a golpe de cuchillo
apenas tuvo la visión
de una tienda de tabaco
que era otro heterónimo de la ventana quimérica
de la moneda de plata
de la anticipada nostalgia de oriente
espejo invertido la tienda de tabaco
de la otra ventana
también espejo
también de oriente
que no tiene la desquiciada marejada
de monstruos y esferas y nudos
sino la matemática serenidad
de los siete cielos de la alhambra