lunes

poemas encontrados en el siglo pasado

El libro fue publicado en noviembre de 2005, por Ediciones Imaginarias (Uruguay) en coedición con Mascardi&Nash (Argentina).

Su estructura es sencilla: a cada año del siglo pasado le corresponde un texto. Para evitar las polémicas de almanaque, “1900” se presenta como advertencia y “2000” como epílogo.

Como notas al pie se incluyen breves referencia sobre aquél hecho de cada año al que puede, eventualmente, vincularse cada poema. En algunos casos estas notas tienen hipervínculos, aunque no siempre.

Casi todo el material fue escrito entre 2001 y 2004. Hay algunas excepciones: “1991” es de 1991, en tanto que “1917” y “1967” también proceden de los años noventa. El primero en tener un año como título fue “1904”.

Durante algunos meses, veinte de estos textos coexistieron con una serie de poemas encontrados en un viaje a los Balcanes, y juntos recibieron una mención en el Premio Casa de las Américas de 2002. Luego, ambas partes se independizaron y se convirtieron en dos libros diferentes. Las páginas balcánicas siguen inéditas, en tanto que la sección del siglo pasado fue creciendo, hasta llegar primero a medio centenar de poemas, estado en el que recibieron otra mención, esta vez en los Premios Nacionales de Literatura 2003. Luego de varias reescrituras y sustituciones llegaron al centenar y adquirieron su forma actual.

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viernes

Premio anual de Literatura

El miércoles 22 de noviembre de 2006 el Ministerio de Educación y Cultura, de Uruguay, entregó los Premios Anuales de Literatura. El libro poemas encontrados en la sierra de las ánimas, de Roberto López Belloso, recibió el primer premio en la categoría poesía inédita, compartido con Horacio Cavallo.

Artículo de Álvaro Ojeda en Brecha

La poesía como siglo.
Brecha No. 1056, 17/2/2006

EL BUENO DE Joan Corominas enseña desde su diccionario etimológico, que siglo significa época, duración de una generación y uno, humilde merodeador de diccionarios, lo reputa celada de finísimo encaje, como haría el manchego, y retorna al título del poemario que tiene ante sus ojos: Poemas encontrados en el siglo pasado, y en esa cacofonía advierte algo de la celada que tiende Roberto López Belloso (Uruguay, 1969) en la que inexorablemente cae como lector y degustador de palabras. La trampa es bella, amigos. Un poema por año del siglo XX, de 1900 a 2000, casi escritos en tiempo real a poco más de cinco años de entrado el siglo XXI, sumado a la intensidad inherente del individuo que forma parte de una generación o de una época, Corominas dixit, y que busca y se busca entre hechos que vivió o conoció por mentas o por inercia familiar.
La asechanza no culmina con la curiosidad egoísta del lector, porque el poeta coloca a pie de página y correspondiendo a cada año rescatado por su poesía, una pequeña cita que viene o no a cuento del poema que le es asignado.
Por ejemplo, al año 1907 corresponde el anodino “(un año cualquiera)” para luego escribir: “los franceses en casablanca gorki/en capri hashek en sus años anarquistas la oscura/ceguera de joyce sinclair/lewis en la redacción del minnesota mahler/en nueva york margaretha geertruida en un hotel de parís cerca de rilke”; un año cualquiera, evidentemente. Pero el asunto se revela en el final del texto cuando la traba de la trampa ya saltó frente a nosotros: “rilke/en un estante de princeton cerca de o'neill mahler/en minnesota un libro de pound/o de joyce en la clase turista/cualquier aeropuerto se parece a un año cualquiera/del siglo pasado.”
Nada parece haber ocurrido y todo ocurre –todavía ocurre– en el más moderno presente. Esta táctica permite al poeta, que ya se había topado en 2001 y en su anterior libro con Poemas encontrados en una sala vacía, (poesías halladas y en la oscuridad, nada menos) achacar a la revelación azarosa la definición del mundo en cada año del siglo pasado. Trampas de una revelación que tiene años de esfuerzo poético y que permite que el lector se involucre y se busque, mientras López Belloso le inocula sus versiones de la historia, sus anales líricos, donde los poetas tendrán absoluta prioridad, así como los hechos que ocurrieron (o debo escribir, continúan ocurriendo en el texto) generalmente en el este europeo, tan distante, tan inaccesible para estos mundos de Nueva York en cable y escenario único.
La estrategia del poeta parece querer resignificar la tarea de la poesía como testigo, no sólo íntimo, también dentro de un registro gregario que le permite una omnipresencia evidente y una empatía directa con el prójimo generacional, lector maravillado con tantas provincias dentro del mundo.
Podría señalarse además, que este es un libro poblado con las siluetas de Ajmatová, Mandelstam, Pasternak, Pound (por citar poetas no demasiado frecuentados por estas latitudes) o Quiroga y Kafka (cruzándose en Praga y en el Paraná) todos nombres ilustres, sin duda. Pero también es cierto que hasta el propio López Belloso tendrá un lugar de protagonista epocal en su primera visita al Estadio Centenario en 1977. El poeta no es una atalaya, no está de más decirlo.
Yo, y utilizo una indebida primera persona, le agradezco al poeta el texto correspondiente al año de mi nacimiento conmemorado por ese olvido de Evtuchenko, tan sutil, tan azul.

Álvaro Ojeda

Poemas encontrados en el siglo pasado, de Roberto López Belloso. Ediciones Imaginarias/Mascardi & Nash, Montevideo, 2005, 145 páginas.

poemas encontrados en el siglo pasado

El libro fue publicado en noviembre de 2005, por Ediciones Imaginarias (Uruguay) en coedición con Mascardi&Nash (Argentina).

Su estructura es sencilla: a cada año del siglo pasado le corresponde un texto. Para evitar las polémicas de almanaque, “1900” se presenta como advertencia y “2000” como epílogo.

Como notas al pie se incluyen breves referencia sobre aquél hecho de cada año al que puede, eventualmente, vincularse cada poema. En algunos casos estas notas tienen hipervínculos, aunque no siempre.

Casi todo el material fue escrito entre 2001 y 2004. Hay algunas excepciones: “1991” es de 1991, en tanto que “1917” y “1967” también proceden de los años noventa. El primero en tener un año como título fue “1904”.

Durante algunos meses, veinte de estos textos coexistieron con una serie de poemas encontrados en un viaje a los Balcanes, y juntos recibieron una mención en el Premio Casa de las Américas de 2002. Luego, ambas partes se independizaron y se convirtieron en dos libros diferentes. Las páginas balcánicas siguen inéditas, en tanto que la sección del siglo pasado fue creciendo, hasta llegar primero a medio centenar de poemas, estado en el que recibieron otra mención, esta vez en los Premios Nacionales de Literatura 2003. Luego de varias reescrituras y sustituciones llegaron al centenar y adquirieron su forma actual.

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Artículo de Rafael Courtoisie en El País Cultural

POEMAS ENCONTRADOS EN EL SIGLO PASADO de Roberto López Belloso. Ediciones Imaginarias/ Mascardi & Nash, 2005, Montevideo. 145 págs.

LA IDEA es simple y sobrecogedora: el siglo XX, que tantos sienten como un "hoy" convulsionado y aún no resuelto en sus contradicciones, es un siglo pasado, como el XVIII, como el XIX. La comprobación, heracliteana, hegeliana, es más que una superchería aritmética o una convención útil. Confirma el pasaje del tiempo y sus avatares, la necesidad de un registro sensible al que tal vez no accede la crónica periodística o la investigación histórica.
En esos agujeros, en esos lugares de falta (o paradójicamente, de exceso) en la trama temporal, López Belloso (Montevideo, 1969), destacado periodista e investigador de asuntos internacionales, encuentra que el instrumento de la poesía es fundamental, no para la reconstrucción objetiva o para la mera recordación, sino para la patentización de un instante, de un episodio mediante la potencia connotativa del lenguaje.
No se trata de la descripción de enciclopedia o página Web, ni de privilegiar lo denotativo sino de confiar en las valencias metafórica, simbólica y por momentos asociativa del lenguaje creativo.
Explica el mismo López Belloso: "a cada año del siglo pasado le corresponde un texto que lleva el respectivo número como título. Por esta razón resultó innecesario incluir un índice". Atento y consciente del mecanismo para-temporal y poético que echó a andar, el autor advierte: "para evitar las polémicas de almanaque, ‘1900’ se presenta como advertencia y ‘2000’ como epílogo".
Al pie de cada página una brevísima nota orienta al lector o da cuenta de episodios a los que puede vincularse cada poema. Un ejemplo conciso y logrado, entre tantos posibles, es "1919", año en que, de acuerdo a la nota orientadora de pie de página "un eclipse permite confirmar uno de los postulados de la Relatividad": "Un eclipse no es más que un medio/ Para las conjeturas/ De una larga serie de siglos/ La realidad un organismo/ Insuficiente/ Una mirada se conserva menos/ Que las otras/ Evoca por sí sola/ Escapa/ No vacila/ Se refleja de modo diferente/ El movimiento se fija también/ En un punto/ Y olvida"
Hay poemas donde lo denotativo "histórico" se mezcla con la ficción más imaginativa y lúcida, como "1921" ("Kafka empieza su correspondencia con Milena Jesenská. Quiroga publica ‘Anaconda’. Ambos se cruzan en territorio desconocido. Quiroga quiere quedarse con Milena. Kafka teme lo peor, y regresa a casa"). Otros tienen una inevitable carga testimonial y periodística tamizada por un decir preciso y por momentos alegórico, como en ‘1973’ (Golpe de Estado en Uruguay): "segadas al cuello se apilan las cabezas de los próceres/ A la entrada de la casa de mármol una mañana de junio/ No es más que un vago recuerdo la nieve".
Leer el libro en forma lineal, de corrido, es un ejercicio valioso para lograr una sensibilización diferente, nada sensiblera, una entrada a la historia desde la sugerencia sutil, inteligente, o desde la imagen detonadora. En los libros anteriores de López Belloso Poemas encontrados en una guía Michelin (Premio de la Intendencia de Montevideo en el 2000), Poemas encontrados en una sala vacía (Mención de los premios del Ministerio de Cultura) ya se encuentran indicios claros de esta forma de escritura.
Leer el libro en forma "salteada" (se sugiere al lector comenzar por la fecha de su nacimiento, y seguir por aquellos años clave en su evolución personal) puede resultar una muy agradable sorpresa, una vía de descubrimiento insólita, original, del estilo voluntariamente disruptivo, polisémico y enriquecedor en que Julio Cortázar propuso leer su novela Rayuela.
R. C.

Artículo de Alicia Migdal en Brecha

Luego de editado el libro poemas encontrados en una sala vacía, la poeta y crítica Alicia Migdal publicó el siguiente artículo en el semanario Brecha, de Montevideo.

CARLOS LISCANO/ROBERTO LóPEZ BELLOSO

El encierro y los mundos

por Alicia Migdal

Los veinte años de edad que separan a Carlos Liscano de Roberto López Belloso (nacidos respectivamente en 1949 y 1969) son también veinte años de distancia existencial y de diversa lectura del mundo.

Cada uno tiene una edad representativa de dos estadios del Uruguay del medio siglo: la del uruguayo que estuvo preso y la del que creció durante la dictadura. Un corte abrupto en nuestra historia de continuidades más o menos tranquilas. El nomadismo cultural de Roberto López Belloso (RLB); la cárcel y el exilio de Carlos Liscano (CL); el "estar" de ambos entre las palabras como topografía de sentido, ancla y viaje; los modos poéticos opuestos (el obsesivo laconismo de CL, la serenidad narrativa de la poesía de RLB) acercan por oposición a ambos escritores. O por la sencilla sucesión del tiempo y sus edades. Los dos ganaron en el año 2000 el Premio de Poesía de la Intendencia Municipal de Montevideo. Fue un premio compartido por La sinuosa senda y Poemas encontrados en una guía Michelin (y otros paisajes). En ambas obras hay, desde el título, una idea inicialmente emparentadora de camino, transcurrir, viaje, derrotero. Pero el viaje de Liscano es hacia un interior claustrofóbico y atormentado, aun cuando el poeta se inserte en otros ámbitos geográficos, y el de López Belloso es hacia el mundo que está en las fronteras de un antiguo pasado histórico y del presente en ruinas de la Europa Central y balcánica: la cárcel de la mente en uno, y el horizonte ensimismado de lo diverso en el otro.

No es la coincidencia de un premio compartido la que los reúne en esta nota. Pero sí es aquel premio el que permite leerlos, porque una de sus funciones sociales es hacer que los libros se publiquen y circulen. Ediciones del Caballo Perdido editó La sinuosa senda y Ediciones Imaginarias Poemas encontrados en una sala vacía, que no es el texto del premio. Éste permanece inédito, al igual que Poemas encontrados en un año cualquiera (mención Casa de las Américas 2002): el libro édito tiene fecha 2001 y se instala, entonces, entre uno y otro. Los textos viajan a ritmos diferentes de los del poeta y periodista que se desplaza por el mundo. La lectura completa de los tres conjuntos de "poemas encontrados" de RLB da cuenta del desarrollo del poeta, que se supera en cada unidad, crece de golpe en la percepción conjunta. La unidad temática de sus tres libros permite una lectura global y el descubrimiento del poeta hasta ahora secreto que es, en su trabajo público, una firma erudita y precisa que escribe en este semanario sobre esa misma Europa Central, balcánica y lejana, que analiza desde el periodismo.

CL ha forjado desde hace años un perfil de alto relieve en la narrativa del intimismo masculino, y es en ese aparente oxímoron donde ha ofrecido lo más original de su voz. La experiencia de lectura de ambos ofrece, sin forzar la interpretación, un testimonio de antípodas poéticas, temáticas, generacionales. Viajes de sustancia diferente, hacia lugares distintos del yo y de su representación en el mundo.
El mundo literario de CL es básicamente un mundo de dos, de un dúo fantasmático, el de la víctima y el victimario en un diálogo imposible que adopta distintas definiciones, posiciones y situaciones en la organización escrita. Es en el acto de ser representados o nombrados que se constituye el mundo literario de CL. Relatos como los de El informante y El furgón de los locos, o cruzas literarias como las de El lenguaje de la soledad, documentan el lugar singular de CL en nuestra literatura: es el único varón que a partir de la revelación de su cuerpo torturado ha indagado literariamente la detallada intimidad de ese cuerpo con la conciencia. En los poemas de La sinuosa senda las palabras buscan la precisión de una radical ajenidad, la de uno y el otro, la de uno y lo otro, y esa ajenidad, sufrida y contemplada, atraviesa toda su literatura y construye su yo. La de CL no es una literatura de preso en el sentido realista, descriptivo y testimonial. Es más, la cárcel como experiencia no es nombrada en este libro, pero existe en el contexto del lector de Liscano, que conoce su obra. Y si alguien lo leyera por primera vez y empezara por La sinuosa senda, encontraría en este texto las huellas simbólicas de experiencias innombrables. Porque la literatura de CL es la de un ex preso que ha sido definido en la vida por una experiencia fundamental y ha seguido trabajando ese carozo o situación central definitiva: él y otro en una lucha fantasmática, encerrados en una relación que no termina nunca, a la que la libertad sólo ha beneficiado como espacio en expansión y que remite siempre a uno mismo, a un yo que se funda constantemente a partir de un lenguaje auscultado sin tregua. Tal podría ser una definición del amor pasional y su contradictorio estatuto, si no fuera porque en este libro el otro no existe como deseo. O no existe, así sin más. Este encierro de dos, encierro en la mente, es en cambio una definición de las consecuencias ontólogicas del odio, que busca una voz superadora de la agonía y de su descripción. Busca el silencio, elogia la no-palabra y el saber sin un proceso de comprensión, pero sólo puede hacerlo con el sistema que las palabras le han proporcionado. La de CL es una voz que se coloca a distancia para contemplarse en el largo y saboreado conocimiento que se reconstituye continuamente en el acto de la escritura. Por eso en estos textos hay un erotismo no dicho, el del conocimiento carnal de uno mismo, sin el otro. Erotismo del sufrimiento y de la seca escritura. Ser "naturaleza", "animal hablante", "un loco y un lúcido", "cazar la caza para cazarse". Como en sus breves piezas teatrales, como en Miscellanea observata, su anterior libro de poesía y de prosa poética, se recrean constantemente en el discurso poético de CL las situaciones fundantes de su condición de escritor, que fueron su condición de preso, de uno sometido a otro, y en la que La mansión del tirano era el lenguaje en pugna. Uno de los dos epígrafes de La sinuosa senda, el que corresponde a Jaime Gil de Biedma, resume la tentación y el horror de este amor-odio: "Oh innoble servidumbre de amar seres humanos,/ y la más innoble/que es amarse a sí mismo".

López Belloso viaja por el mundo, por el cine, por las diferencias culturales, y en ese tránsito hay por su solo designio, por su natural movimiento deseo del otro y de lo otro. Como las películas, que corren delante de nuestros ojos esa "cinta" que se desplaza y nos lleva con ella, la poesía de RLB va abriendo miradas sobre imperios perimidos, domos, pilares, desiertos, ciudades en ruinas que salen del pasado o vuelven a él, y en las que siempre hay estatuas, mujeres antiguas y modernas de la realidad y del cine (la estudiante rusa, la muchacha polaca, la hija del inglés, la mujer de la pollera roja de cuero). Pero ese friso es intimista, no épico. No podía serlo, ya que lo que observa el poeta es un mundo que se ha quedado sin héroes grandiosos y sin dioses. Su contemplación del paisaje exterior es tanto una meditación como un testimonio; en ambas situaciones, el lenguaje da cuenta del que mira y de cómo es mirado aquello que absorbe los ojos con su presencia majestuosa y su mutilación incorporada como marca estética. Lo extranjero y remoto, visitado y reconvertido por las palabras, se integra naturalmente a una experiencia poética que nada tiene de exotismo cultural, sino que constituye un momento de lo posmoderno: un ir entre culturas, el tranquilo desafío estético de conocer lo distinto, el trasladarse a los lugares de los que ha venido una parte de la población del Río de la Plata pero ahora es un territorio doblemente lejano y a la vez hiperpresentificado por la devastación, la guerra y el paso del tiempo. Lo exótico es esta nueva situación que ha reconvertido los orígenes de nuestro cosmopolitismo en misterio de lo enajenado, de lo separado por las nuevas guerras. Este nuevo exotismo es la "anatomía dramática", el efecto de "el eco en occidente", el hecho de que "el espacio es la perspectiva/y la seducción", de que "esta es praga (...) envuelta como un niño muerto/en el sudario dorado/de su belleza más inútil" y de que "roja es polonia/los manequíes usan negros sombreros de cosacos/el vodka/sabe a hierbas desconocidas/y se llama gorzka la muchacha". Lo exótico es el mundo sin más. ¿Quién le hubiera dicho a Baudelaire tal cosa?.