domingo

poemas encontrados cuando no habìa

(A continuación dos poemas del libro poemas encontrados cuando no había, de Roberto López Belloso, que obtuvo en 2014 el Premio Anual de Literatura del Ministerio de Educación y Cultura de Uruguay, en categoría poesía inédita. Fue editado en 2015 por Yaugurú)

-13-

cuando no había india
no había nada
estaba ahí antes que el tiempo
que se tarda
en llegar a la ciudad
por la quebrada polvareda
magma originario
donde flotan los saris leves como peces
cuando no había india
no había espacio
entre la multitud de promesantes
en el templo de udaipur
cuando no había india
no había idea
de la india
construcción imaginaria
respuesta inexacta
a una pregunta interesada
como el reflejo de esas planchas metálicas
de las celdas de los presos
o los baños de los trenes
sucedáneo del espejo donde es imposible ver nada
si no se trajo a cuestas
la intención de la mirada
que pregunta
cuando no había india
no había miedo
de la respuesta de la india
(no hay vereda mullida
contra ese golpe en caída libre
contra esa imagen
inventada
que se lanza hacia la india
buscando lo que no tiene la culpa
de ese vértigo real
o edulcorado)
cuando no había india
no había destrucción
del yo
en el fatalismo de la indiferencia
de la india
no había universo destruido
por la ira de shiva
por la bondad de shiva
por la indiferencia de shiva
porque cuando no había india
no había el que todo lo crea
el que todo lo destruye
shiva el indiferente
al estado de las cosas
que no son la india
cuando no había india
no había oriente ni occidente
sagrado ni profano
verdadero ni falso
impuro ni puro
porque cuando no había india
no había barcos en el cabo bojador
acopiando valor para sostenerse a flote
al menos a flote
al menos eso primero
para quebrar después
el mapa de áfrica /
creían buscar riquezas
creían buscar la gloria
creían buscar imperio
pero en verdad buscaban
la antípoda imposible
para atar a sí mismos la otredad perfecta
con la atadura insana
de cuerdas y nudos marineros
repetidos al hartazgo
en una ventana quimérica
por la que nada puede verse


-14-

cuando no había la ventana quimérica
por la que nada puede verse
–atadura insana
de cuerdas y nudos marineros–
no había
el árbol de la sangre
buscando las raíces de cada heterónimo
que tiene portugal
no había la raíz del templo
impresa en la moneda de plata
(heterónimo de sí misma
la moneda
que ahora tengo aquí
delante de mis ojos)
criatura única y quimérica
monstruo marino la moneda de plata
acuñada con la cruz del templo
y su peso en plata
para comerciar con lo que no había
antes de la atadura insana
de cuerdas y nudos marineros /
ventana quimérica ella misma
–la moneda–
se la creía perdida
se la pensaba perdida
se la registraba tan perdida
que hasta llegó a pensarse en una duda
en otra mentira de la esfera
en una ficción como unicornio
o como tesoro templario
pero estaba aquí
a un paso
oculta por la lluvia /
con este signo vencerás
con ese sortilegio
quiso protegerla el rey
y a través de ella protegerse
de lo que no puede ser visto
hasta que ya no importa porque llega
como un golpe de tormenta y quiebra
el casco de una nave o la cruz
de una corona /
el conjuro no podía
protegerlas a todas
pero al menos a esta
–fijación metálica de una idea imposible–
la mantuvo a salvo
las otras yacen en un sudario de sargazos
frágil platería de cambio
en la infancia de los navegantes /
no hay otro ejemplar
sólo está este
girando plateado en su pedestal de acrílico
como un heterónimo del otro rey
el que todavía no había
el perdido en alcácer quibir
girando plateado como un reflejo de su regreso
como uma mensagem
dada al oído de un contable de lisboa
hábil traductor de cartas comerciales
supracamoes encubierto
en los azulados azulejos de goa /
no tuvo el contable de lisboa
sirenas fantásticas recibiendo el mar
en sus cuerpos de cerámicas vidriadas
ni le quitaron un ojo a golpe de cuchillo
apenas tuvo la visión
de una tienda de tabaco
que era otro heterónimo de la ventana quimérica
de la moneda de plata
de la anticipada nostalgia de oriente
espejo invertido la tienda de tabaco
de la otra ventana
también espejo
también de oriente
que no tiene la desquiciada marejada
de monstruos y esferas y nudos
sino la matemática serenidad
de los siete cielos de la alhambra