martes

1960

en el incomprensible afán del artesano del siglo uno
en su odio o en su sometimiento
ya estaba
esa línea de pound
de la que me hablaste en la mañana
evocando
el museo que guarda la alfombra de piedra
nacida de sus manos
para los pies de los señores

son como joyas sitiadas
me decías
y evocaban tus palabras el atardecer del trópico
en que el monje y el granjero traían de otra lengua
esa línea de pound
al borde del río san juan
el mismo de los filibusteros y los buscadores de oro
(para huir de los pieles rojas bajaban el atlántico hasta san juan del norte
navegaban penosamente río y lago
-el penúltimo trecho era en carretas-
y subían el pacífico buscando california)

en esa elección de la palabra sitiada
para hacernos la línea de pound inteligible
ya estaba contenido el afán
las manos la alfombra el museo de antakya
ya estaba
hecho de jirones y sudor de timoneles
el sonido de tu voz junto a mi oído

(Cardenal y Coronel Urtecho presentan su traducción de Pound)

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