martes

1957

-I-

allí dormía
la fugaz visión del rostro
que asoma a veces
como ocurre con cierto forzado ayuno
en el que se empuña
de esa manera
un poco de té
deseaba
su preciada colección de cerámica casi inagotable
un ronco grito
la puntería
lacrimatorios egipcios y griegos
y las botas

-II-

solía un libro
reposar
desnudo
turquesa no sé donde
y no pasó mucho sin que se tendiera
conmigo
la visión/ perláceo
y terroso
momento a pesar de mí
ella nunca lo supo
mejor así
no podía permitirse un escándalo


(Lawrence Durrel escribe Justine, para que yo la lea)

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