martes

Articulo de Sofi Richero en Brecha

Transfiguración en la piedra

Brecha, 23/12/2010

Sofi Richero

Puede pensarse que la poesía de Roberto López Belloso acusa el vicio de la geografía y el entusiasmo; que es la poesía de un enciclopedista, de un nomenclaturista, de un deslumbrado de la tierra y de la historia, de un conquistador o, más propiamente, de un encuentrista. Hallo sin embargo que esa sería una forma torpe de entenderla, hija boba del matrimonio entre diacronía y literalidad. Paisajes y momentos, épicas y locaciones, son en su poesía mas bien oportunidades para desnudar y volver a vestir el mito con jirones de todo el tiempo y observar cómo respira. Una gramática que sigue los movimientos sensibles de unos párpados abiertos al afecto del tiempo en fotogramas intercambiables. Pero no es tan sencillo deshacerse de los preconceptos citados, sin embargo: el autor de estos Poemas encontrados en la Sierra de las Ánimas (Premio 2006 del Ministerio de Cultura en poesía inédita) es efectivamente un entusiasta del mundo y su historia, y a su destacada carrera como periodista de internacionales ha sumado un bien ganado prestigio como estudioso y analista del mundo balcánico. Como poeta, es autor de esta serie de encuentros, también reunidos en blog:* Poemas encontrados en una Guía Michelin (premio –compartido– de la Intendencia de Montevideo, 2000), Poemas encontrados en una sala vacía (2001), Poemas encontrados en el siglo pasado (2005) o Poemas encontrados lejos de Islandia, que en 2007 recibió el premio internacional Ciudad de Alajuela.

Seguramente el menos narrativo entre sus libros, Poemas encontrados en la Sierra de las Ánimas, persuade a su vez como el más solitario de la serie o el más librado a su suerte. Una orfandad que habla, sin embargo, de un largo camino de maduración: el arribo, acaso, a la fase más depurada y límpida del propio registro; lo que antes se trazaba en óleo y explicitaba contornos se prefiere ahora en la violenta soltura de la acuarela.

Los versos proceden sobre la serranía a la manera de esos reajustes de foco a que obliga la embriaguez: esa vieja cautela sobre fondo y figura, sobre mirar y ser mirado, sobre quién está mirando a quién. Los versos encuadran y desencuadran, arremeten y tiemblan, se repliegan en el vértigo ontológico sólo para cobrar fuerza y volver a decir ya con la cautela hecha conquista. Hay cordones, cuerdas y nudos entre lo mirado y lo que mira. No es fácil saber quién tiene mejores ojos. Es un eco entre quien ve y lo visto: “mirar la sierra es una cuestión difícil/ hay un eco de la mirada/ que la sierra devuelve y que no es/ la mirada de la sierra sino el eco/ del que mira/ sucio apenas/ con el roce del musgo en la pared de piedra”.

Pero hay un jinete, una mujer, y la “estación abrojales”. Un buen triángulo de motivos cuando se trata de sierras y vacilaciones. Y hay un algo tórrido, quieto, inminente; una textura de siesta de verano que hace “preguntarse qué es el sueño de qué cosa”. El jinete, la mujer y la estación son sucesiva y sincrónicamente otras cosas, como la sierra. Una boda de pueblo, un vestido nupcial, una blusa y el color rojo tras ese vestido blanco, por ejemplo. El poemario avanza con base en un programa –partitura o palimpsesto– por el cual el motivo en un verso –jinete, mujer, estación, camino, cielo, moneda…– regresa más tarde transmutado en otro, y al transmutar abre camino. El poeta reitera, el motivo migra y se transforma para poder avanzar (y así el hombre); lo vuelve a ver, lo vuelve a ser, “destrona el valor que tuvo” en cada una de sus apariciones.

Un camino de cobre regresa en forma de moneda de barro así como una cierta blusa roja rasga el cielo en forma de ave. Y eso permite, “transfiguración instantánea”, que la sierra uruguaya sea también “la feria ganadera de estación abrojales” y que esa mujer o sierra criolla sea susceptible de llegar a los ojos también “con su ajustada camisa a cuadros/ el blue jean/ y el cinto de piel con una gruesa hebilla plateada”. Es el momento en “el que este tipo de belleza despreocupada/ espera en cada gasolinera/ de la ruta del greyhound de san francisco/ pero esta es la carretera de la sierra”. Es la sierra uruguaya pero también es “el dorado trigo de polonia” y más tarde o más temprano “las enramadas de acero de polonia”, y según los ojos o el ánimo del iris será también “el verde violento de indochina” o “un mapa sepia en dao-phei”. Y un camino en la sierra es, a su tiempo, una carretera que lleva en un Skoda a “las siderurgias de la afueras de gdansk” o que invita hasta el muelle de “puerto stanley”.

Todos los fotogramas del mundo caben y cicatrizan en la sierra, en el animal, barco, mar o camposanto de piedra. Los versos se rinden y reconocen, por así llamarle, su amada cinefilia: todo está muy bien pero “es cierto: faltan la mirada/ la culpa/ y la llovizna”. Falsa modestia. Nada de eso falta en esta delicada cita. Si sellos postales, estos versos o cápsulas* traerían mucho dorado y sepia, un poco de blanco y algo principalmente rojo. Todos los tiempos del mundo disputando sus mejores ángulos para rendir en la piedra a ese “sencillo corazón húngaro”, la bienamada de siempre.


* http://poemasencontrados.blogspot.com/
** En una entrevista realizada por el blog ¡Famosos en acción!, y preguntado sobre unidad y heterogeneidad en su obra, el poeta decía: “Si se busca tal vez puedan encontrarse ahí adentro algunas cápsulas de unidad. Colecciones temáticas, para usar un criterio filatélico. Sellos eslavos. Sellos de invierno. Sellos de Berna. Sellos de poetas. Sellos rojos. Hay muchas combinaciones posibles. Tal vez su unidad sea esta posibilidad combinatoria” (http://famososenaccion.blogspot.com/).

Poemas encontrados en la Sierra de las Ánimas, de Roberto López Belloso. Ediciones Imaginarias, Montevideo, 2010. En 2006 obtuvo el primer premio en poesía inédita del Ministerio de Educación y Cultura.

viernes

el pavimento inabarcable del aeropuerto de barajas
es la pampa
como una sevillana al cinto la tropa de acero brilla
con cada golpe de sol que atraviesa la alambrada

recortándose contra nada
en barajas pastan los siete cuatro siete

solo
en la inmensidad gris del horizonte
el jinete desmonta
mira la pista y no es más que la llanura
la suave
la áspera
la ganada al mar
la inmaculada
la pampa verdadera

sobre el gris asfáltico un punto rojo apenas definido
como si no fuera otra cosa que el cuerpo de seda de un instrumento de precisión
a lo lejos ella embolsa el viento
le toma el pulso
se deja mirar
arrinconada y lejana:

en medio del pavimento inabarcable del aeropuerto de barajas
sin otro motivo que el paisaje
ella camina sin prisa rumbo a estación abrojales
dejándole entre las manos
al jinete
la imagen –memoria en sepia oscuro-
de sus ojos entornados
mientras le hablaba de varsovia
y leningrado

jueves

tu sencillo corazón húngaro no sabe
de la rompiente del danau
se deja envolver
por el aparente milagro de una mañana clara en budapest
una espina en la planta del pie/ el rojo
de tu pelo
vela los hombros desnudos/
recobra/ la fragancia de un patio en la sierra de las ánimas
(viendo tu foto en estación abrojales
a los catorce años
casi en blanco y negro
¿quién puede no creerle
a tus dedos en el ámbar de san petersburgo hace tres siglos?)
un rostro de klimt en el kunstmuseum es demasiado austríaco
para tu sencillo corazón húngaro/ el rojo/ de tu pelo
no sabe velar tu foto
tus hombros desnudos al borde del danubio/ la sierra
de las ánimas/
son demasiado limpios para la vieja pose de los habsburgo
a los catorce años puede ser una espina esa foto
quien la haya visto
se deja/ envolver/ por la clara mañana
casi en blanco y negro
¿quién puede no creerte?
san petersburgo no será el mismo sin tus dedos rozando
al descuido/ las paredes
como una piel de ámbar en la lluviosa mañana/
una espina
en la planta del alma tus dedos al descuido
y el rojo velado de tu pelo

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-I-

el río es un ejército sediento que se desliza y perfora la escollera/ viene desde lo quieto/ regresa en medidos lenguetazos después de probar el sabor de la piedra/ gris pizarra su casaca humedecida/ apagado el ruido de su oleaje por el escape abierto de las motos/ la estridente música del automóvil rojo/ palo y plena/ panamá es un canal abierto en medio de la autopista/ tapón del darien/ escorbuto en los barcos que venían de los reinos bantúes/ atrincherados en lo verde cazaban/ y su presa no era el gamo ni el nú/ tampoco el bisonte
no hay en la escollera otro escollo que la tarde/
desnuda/
el panamá desnuda la selva equivocada/
acanala el sabor sediento de la piedra y perfora lo quieto a lengüetazos/ humedecida presa el escape/ abierto/ del darién

-II-

balboa es tan sólo una moneda/ casco de capitán español de un lado y del otro la medida/ balboa es lo que vale un autobus de la ciudad al aeropuerto/ dialecto en desuso en el barrio viejo de colón/ raro argot en la zona canalera/es lo
que no sirve para borrar el manto anaranjado de las luces que rodean la avenida portuaria/
ilka tiene el rastro en su genealogía más nítida/
lo ofrece/ necesita la piel/
explora/ tiende la suya en recompensa/ pide y sabe
que la ley de los kunas no podría perdonarla

no hay ciudad
si todo
son barcos
que zarpan

(los muelles
repletos
son una mano estirada
los que dejan tirana no saludan en cubierta
dan la espalda
miran el cielo herrumbrado del viejo carguero)

no hay ciudad
para añorar
incluso la nostalgia
necesita retaguardia

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poemas encontrados en un año cualquiera

Libro que luego se convirtió en dos. En el año 2002, cuando todavía estaba unido fue finalista y recibió una mención en el Premio Casa de las Américas. Permanece inédito.

A continuación tres de los poemas que lo componen

un perro de pelea que se desangra en el asiento de un auto
el asco
en un golpe de mandíbula
una sangría inexplicable en el restaurante japonés
nada de eso merece un comentario
sí tus ojos
entornados en un ruego
lo que vino luego apenas camuflado
el televisor
ángel guardián derramando su tenue luz benevolente
sobre el estrecho sendero
a tientas recobrado
los cuerpos son esta noche un golpe de suerte
sangría inexplicable
sushi a la carte
un ruego

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desenredado columpio tu imagen que se enreda y hamaca
veinte años después en la memoria
te llamabas natasha entonces/ clarissa
era un vestido blanco que apenas reflejaba/ y al espejo
lo llenaba el cuerpo desnudo de otra mujer/ conociste
sus labios/ el parque
no sabe de largos viajes a las colonias/ le basta
con los cuidados del viejo jardinero
nunca se supo qué hubiera sido del hombre que amó
la que elegía qué plumas poner en cada sombrero de no haber perdido
la razón
pasea la memoria por el parque el lago los largos viajes
la llena el reflejo de tu vestido desnudo en los labios de otra mujer

enredado columpio la memoria

sentada/ apenas insinuada en un plano secundario/quema
el ojo inocente
de la cámara/
los rasgos imposibles
de pasar por alto/ flamea su rostro en un vagón transiberiano/ una manzana/ es necesario que haya también una manzana/ la piel deshaciéndose en la boca/ las literas empujadas en el movimiento que quiebra/ la trayectoria del sueño/ lo sepulta/ lo delata en la contemplación de su rostro que quiebra/
el aliento/
empuja el resto de la imagen/ hace pedazos el entorno/ de todo
no queda más nada que su rostro/
la piel deshaciéndose en la boca/ duele
que no sea más que luz y celuloide

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poemas encontrados en una sala vacía




Publicado por Ediciones Imaginarias en el año 2001, este poemario obtuvo una mención en la categoría poesía édita de los Premios Anuales de Literatura que otorga el Ministerio de Educación y Cultura de Uruguay.



A continuación, tres de los poemas que integran el libro

(prólogo)


de las cinco naturalezas/ la del metal
es ceder y ser modificado
en la fragua de la sala vacía recubierta de cobre y celuloide/ y el agua
que humedece y desciende hasta que no queda nada

guardo los fotogramas de cuando eras la estudiante rusa/ la muchacha polaca/ o la hija del inglés

metal de nácar el tiempo/ se lleva sin tomar nota de su peso
como un anillo labrado en una cárcel de filigrana/
madreperla desnuda
(fragua de la otra sala vacía
en estampida)

cobre y celuloide los fotogramas de tu piel humedecida
recubierta filigrana
la sala vacía
y estos ecos que suenan todavía

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destinada
a las habitaciones más fácilmente reconocibles
forma parte de la sombra
sinuosa y empinada conduce
desde aquí
en frío descenso
sin huella alguna de su paso
en el límite
dedicada al cultivo que la cubre
-sarcófago de plata
en cuyo interior
el viajero puede descubrir
su hermosa elipse-
a los pies valiosos lienzos
se acerca a ella
(piedra volcánica)
desde las reliquias del milagro
es la más atrevida y la ve
acentuada por la esbeltez
de pequeños mosaicos de vigoroso realismo

se necesitan por lo menos cuatro días
cerca las unas de las otras están las horas
amplitud armoniosa
de los años
la sobriedad del cancel
-la divisa desde allí-
conjura
el momento herido
mientras moría
apuñalado
en el sarcófago un niño
la luz
tras una reja que da a la sala
de la escalera a la izquierda
su silueta
equilibrando con sus planos

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poemas encontrados en una guía michelin

En el año 2000, este libro de Roberto López Belloso obtuvo el primer premio en categoría poesía (compartido con Carlos Liscano) en el Premio Literario de la Intendencia Municipal de Montevideo.

Es el primero de la serie de los poemas encontrados, y al momento de aparecer este post todavía se encontraba inédito. A continuación, tres de los cuarenta poemas que lo integran:

de espaldas
erigida en tiempo de amplias casamatas
se dice que tuvo
un poco más adelante
aguardiente
calles estrechas
plazas rodeadas
su interior
destruido y vuelto a construir en varias ocasiones
violento
y de fuertes contrastes desolados
con buen tiempo recuerda
los palacios
su interior
lienzo y cripta
es el punto de partida

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premio anual de literatura

El miércoles 22 de noviembre de 2006 el Ministerio de Educación y Cultura, de Uruguay, entregó los Premios Anuales de Literatura. El libro "poemas encontrados en la sierra de las ánimas", de Roberto López Belloso, recibió el primer premio en la categoría poesía inédita, compartido con Horacio Cavallo.

miércoles

poemas encontrados en la sierra de las ánimas

(A continuación tres poemas de este libro de RLB que en 2006 recibió el Premio Anual de Literatura del Ministerio de Educación y Cultura de Uruguay, compartido. Fue editado en 2010 por Ediciones Imaginarias)

primero está el cielo aliterado de la sierra
después la mujer mirada que lo mira
el plenilunio
en el mar de piedra
por último el tgv que pasa y la estremece
la espalda mutilada por arpones y rastros
de redes
-banderillas metálicas en la espalda sangrante del animal sangrado-
escucha
el ardor de una herida
primero el arpón que la abre
después alguien lame la sangre
en el tajo del alma
pero ella
-quieta-
mira el cielo aliterado de la sierra

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