jueves

poemas encontrados en el siglo pasado

El libro fue publicado en noviembre de 2005, por Ediciones Imaginarias (Uruguay) en coedición con Mascardi&Nash (Argentina).

Su estructura es sencilla: a cada año del siglo pasado le corresponde un texto. Para evitar las polémicas de almanaque, “1900” se presenta como advertencia y “2000” como epílogo.

Como notas al pie se incluyen breves referencia sobre aquél hecho de cada año al que puede, eventualmente, vincularse cada poema. En algunos casos estas notas tienen hipervínculos, aunque no siempre.

Casi todo el material fue escrito entre 2001 y 2004. Hay algunas excepciones: “1991” es de 1991, en tanto que “1917” y “1967” también proceden de los años noventa. El primero en tener un año como título fue “1904”.

Durante algunos meses, veinte de estos textos coexistieron con una serie de poemas encontrados en un viaje a los Balcanes, y juntos recibieron una mención en el Premio Casa de las Américas de 2002. Luego, ambas partes se independizaron y se convirtieron en dos libros diferentes. Las páginas balcánicas siguen inéditas, en tanto que la sección del siglo pasado fue creciendo, hasta llegar primero a medio centenar de poemas, estado en el que recibieron otra mención, esta vez en los Premios Nacionales de Literatura 2003. Luego de varias reescrituras y sustituciones llegaron al centenar y adquirieron su forma actual.

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2000

(epílogo)

no queda más nada que el presente
vos y yo
en el pequeño restorán de la cuesta de libeñ
en el asombro
del perfil delicado de karnikarea
el temblor
del plenilunio
en la bahía de xania o punta rubia

el presente es un asunto privado
se desliza
pauta
es evidente bajo una forma que se llama también revancha
o engaño

muta el viejo siglo acuchillado
faceta compleja
olvidar su territorio
y el mar
-ya es sabido-
presagia las tareas más duras en cubierta

(El presente es un asunto privado)

1999

-I-

el dragón ha despertado y furia
es lo que oímos esta noche
en vano la ciudad saca sus escudos
negra caparazón de escarabajo
en vano complicados mecanismos
refrescan
la cristalina superficie
el dragón ha despertado y doncella
es el nombre de su precio
sólo el señor puede calmarlo
arrancando su tributo del sigilo nocturno de la sala naranja
pero ha muerto
hace tres siglos zaharías
señor del hrad y protector
de la ciudad que tiembla porque el dragón
ha despertado y despedaza
hambriento
la ciudad y sus escudos

-II-

es mi alma
hace ya tiempo
la que ha desplegado sus escudos negros

(lucen mejor
cuando el azul es más violento y corta
en frío
la sangre)

es mi alma la que ves sentada en el borde de esa cama
no me acompaña a todas partes
es apenas necesaria
ya casi nada

los azules son como un fogonazo de mercurio
sobre las copas de islandia
y las escaleras mecánicas

inmóvil
como una muchacha eslava que mira el cráneo de su padre
la noche
quieta
recoge lo que ha quedado de la fiesta

(Escuchan un dragón en Brno)

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1998

1998

-I-

no tiene nombre
la slovanska ditska/ bellísima en praga
desnuda y acodada
sobre una alfombra sostiene en alto el cráneo de su padre
lo mira
directamente a los ojos/
protege lo íntimo
con su pierna/
lo mantiene lejos
de la mirada
paterna
pese a que elige no cubrirse
con la desestimada tela que podría cubrirla/
pero no llega
a ver
el padre
por los porosos intersticios de la sedosa calavera
el ombligo
deseada sombra en la iluminada superficie del cuerpo

-II-

yo podría haberla visto una tarde cualquiera
en las empinadas escaleras mecánicas del metro de praga/
en most/
o en palmovka/
sus veinte años/
el pelo seguramente suelto/
un par de levi's gastados/
la mano libre de sostener en alto
el cráneo de su padre

la muchacha de praga no necesita del pudor
desestima la tela
es su propia nudez
que la protege

(Jan Saudek toma la fotografía Muchacha Eslava con su padre)

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1997

en momentos así
la muerte
si no recula
respeta

(fernán silva valdés)

-I-

la noche envuelve la mesa del bar de la prolongada avenida y la prolonga
una copa más antes de irse
habría que pasar el río dieciséis horas en tren hasta mendoza cruzar la
cordillera dejarse llevar por el desierto un día y medio atravesar otra
frontera entrar en la terminal oscurecida y un día más por la angosta
carretera fileteada de abismos y el chofer no tiene más de quince años y
rompe el eje en una curva pero se salva de milagro el autobús de
transportes la perla sembrado de contrabandistas que vienen de arica
con televisores a color y whisky escocés
todo eso habría que hacer
pero haciéndolo incluso
sin romper el eje incluso
sin caer en el abismo
sin ceder un palmo de terreno al cansancio de los conductores y a la mordida
de los aduaneros
sería imposible llegar a tiempo
a sostener su cabeza
cerrar sus ojos con una moneda
o dejar
un puñado de tierra sobre la caja de caoba

-II-

no queda otro recurso
entonces
que brindar
en el lejano bar de la prolongada avenida
por la memoria
del más clemente
(sólo tenía los jirones de un ejército vencido
y la vida
que perdonó
de los rehenes capturados)
y escribir su nombre
en la línea final de un poema

justo él
que llevaba el nombre elegido
por el elegido/
muere
detrás de otro nombre/
evaristo/ acribillado

o callar

callar
ante el sonido ensordecedor con el que muere
en la escalinata imperial
acribillado
ramón cerpa cartolini

(Mueren todos los guerrilleros del MRTA que habían tomado la embajada de Japón en Lima, liderados por Ramón Cerpa Cartolini, Evaristo. Antes de morir le perdonan la vida a sus rehenes)

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1996

-I-

oculto detrás de tres velos
-el cielo blanco de un día de nieve
la sombra del edificio vecino
las delgadas cortinas
con motivos egipcios-
el sol
igual siembra
finas ventanas
en los bordes curvos
de las claras copas
de islandia
que ya recibieron y vieron
partir el vino
y ahora callan
van perdiendo
el rastro del aliento
que las empañaba hace poco

-II-

casi no es posible
descubrir tus huellas
en el pie azul de la que fue la tuya
esta noche
entre las copas
y no han pasado más que unos minutos
desde que han sido abandonadas
no te has ido para siempre
estás descansando al otro lado de la casa
pero las copas son como perros que sufren
cada simulacro de abandono
es para ellas
abandono

(Cierto fenómeno atmosférico se refleja en unas copas de Islandia)

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1995

-I-

mecida por el tranco suave del ferrocarril a vilna hojeaba/ entredormida/
unas revistas/ el níspero amargo de la campiña conserva el helado sino
de la inútil espera/ pero no llega a tocarla así/ como estaba/ protegida
por la carcasa tejida en la paciente siderurgia de gdansk/ hojeaba/
entredormida/ la suave llanura de polonia/ sembrada de espectros y el
reflejo/ del sol inocente/ golpeó la puerta/ del vagón comedor y le trajo/
en ese reflejo la sombra/ contenida/ de la espera/

-II-

no se ha borrado el sino de las ferrumbradas caballerías del siglo
diecinueve/ el rumor de las tabernas donde se leían las cartas de la
condesa walewska prometiendo a bonaparte/ queda el deseo/
derramado/
por la espada y el cuello/ rendido/ el códice que se esconde
en las encerradas galerías de los nísperos/ que crecen como conejos/
en lo llano entredormido/

-III-

"para desenredar el ovillo rojo hay que tomar la punta y tirar"

dijo la condesa walewska en una de sus cartas escritas
en el boulevard sebastopol
tazas chinas rendidas a la siesta
parís
resulta un incendio de cosacos
y el zar
se toma revancha
no soporta el brillo
de polonia
en la frontera

-IV-

se suponía que era la medusa/ la que horroriza y convierte en piedra/
pero tuvo/ el deseo de la duda/ y bajó la guardia/
se aprovechó perseo/ torció su brazo/ la puso
de rodillas/ desenvainó la espada/ la tomó con fuerza para no equivocar
el golpe
pero tuvo
también él
la duda
o el deseo
de la duda
y viéndola así
rendida
bajó la guardia
rozó su cuerpo
desnudo
se llenó las manos

-V-

la espalda contra la pared que divide un compartimento de otro/
algo arqueada hacia delante/ para que el cuerpo roce mejor el golpe
que lleva al centro de la herida que sangra
y se toma revancha/
suave terciopelo humedecido lo recibe
no hay espinas
ni alambrada de púas
ni cosacos
defendiendo esa provincia
sólo la espalda separada de la pared a no ser por los omóplatos/ único
punto de contacto/ mientras vuelca el cuerpo hacia delante y busca
la sed
de quien la invade

-VI-

tres días de saqueo
son suficientes
para rendir
la voluntad saqueada
de antemano

-VII-

después vuelve al vagón
se arregla el pelo con descuido
se sienta hecha un ovillo
valiéndose de la ausencia
casi total
de pasajeros
adormecida y abandonada deja
entrever en una de sus mangas
un hilo
rojo
suelto

(Un eco de la condesa Walewska)

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1994

una jeringa de adrenalina en medio de la diana dibujada con drypen rojo
en la sala de emergencias del dealer de turno puede tener/ a cierta hora/
el sabor de una malteada de cinco dólares servida por camareras platinadas/
no se necesita más que eso para que vuelva a casa una mujer/ sigue un
rastro de cristal/ pulverizado/ como si viajara por la carretera salvaje en
un chevy malibú del sesenta y cuatro/
no hay nada tan sagrado como ese regreso a la vida/ si mantenemos fuera
de la cuenta/ es cierto/ el modo en que cruza las piernas y las deja
pendientes por detrás
de su espalda/ acostada/ sobre el ajado bajovientre de un vestido oscuro/
pegado al cuerpo/

¿quién puede sentirse a salvo de mirarla?

todos tienen derecho a su instante de resurrección
aunque luego un golpe de suerte los regrese
al entramado metálico de un balazo que se escapa
en el asiento trasero de un auto/

pero no le estaba permitido el escándalo
tampoco
a ella
se va entonces/ rumbo a las islas canarias/ el samurai de tenessee/
el alma recuperada
en un maletín de cuero negro


(Quentin Tarantino filma Pulp Fiction)

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1993

entre la montaña se comprime a sí mismo el monasterio de rezevitsi/
el intervalo de ladrillos claros y ocres
parece medir el tiempo como un reloj de barro/ no cae/
arena fina en el vidrio de los conos que se tocan en las puntas/
está detenido/ cocidos en el fuego del horno y suavizados
tres días más tarde
con un poco de agua/ antes/ de ponerlos unos sobre otros
y formar los muros que no dejan/ que se caiga/
reloj de barro el monasterio de rezevitsi
protege al tiempo de esa pulsión a transcurrir
que tienen los siglos que terminan/
la montaña lo ayuda/ relicario de roca que lo envuelve

(El monasterio de Rezevitsi resiste en medio de las guerras balcánicas)

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1992

desnuda
con la mirada perdida
sumergida
en la concentración del prodigio de sus párpados a medio cerrar
concentrada en el arte de ese prodigio
casi atlético de cerrar levemente los ojos
desnuda
exhibe la perfección de su cuerpo y sabe que es un diamante en medio
de la bruma
casi musulmana
es el enero del año uno de la nación sitiada y no sabe
si la bruma es bruma o es deseo
de la bruma
desnuda
casi musulmana
sumergida levemente en la mirada entrecerrada del enemigo
no escucha
el golpe de su cuerpo entero al desplomarse entero
sobre la nieve abismal de la orilla equivocada

(Comienza otra guerra en Bosnia)

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1991

tu nombre ya no es ciudad
ni estatua
ni bandera

se reclina la tarde al influjo de la tarde que pasa
y no respeta patios
con su golpe de sombras
que rinde a la verdad rendida
de antemano

apenas quedan los ecos de tus pasos
en el café de paris
en el callejón de zizkov
en kiev
o en el brumoso puerto que andamos
a tientas
los lejanos

(Leningrado deja de existir)

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1990

cuando ella salía
de la vieja casa de rené boulanger y se perdía en los grandes bulevares
detrás del aroma escondido de unos buñuelos de crevette que vendían al
peso en el comedero tailandés
encontraba
las señas inequívocas de ese cierto aire de varsovia en ese color y sus
grandes botones de carey que contenían el desborde
cuando buscábamos la grieta íntima en el invasivo entorno de los
conglomerados urbanos
que volvían más profundo todavía el tatuaje que se iba
dibujando
en cada roce
mínimo
en que me ataba
con una imagen

papel de arroz el mundo es un encierro de sombras chinas
a ciegas la busco entre siluetas
la oscuridad está hecha
para el tacto de la mirada/ que le descubre la sombra/
papel de arroz en cada costado de la noche/
entorna/ su doble
parece golpear con sus dos puños el borde
de lo claro/ quiere que vea la forma

(Kieslowski estrena La doble vida de Verónica)

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martes

1989

la época se desdibuja en el vientre de sí misma
el ojo de pez de la mirada borrosa
arrastra
a imagen de fronteras en derrumbe
por detrás del u-matic de las videocámaras
protegida en lo profundo
ávida
austera
despojada
la verdad en trance
a la distancia espera
inocente como una bala

(Comienza el fin del socialismo real)

1988

así como se borra en la historia el recuerdo de los jázaros un hombre
se hace borrar de sí mismo a la que llevaba una sudadera color naranja
por la playa de invierno en long island/ pero se arrepiente a la mitad
del sueño y aprisiona el rastro de una merienda de campo
en el helado plato de hielo de un lago/ que había/ en las afueras/
allí se les escapa el rastro/ resbala/ en la superficie del plato/ de hielo/
como dos espejos/ desfasados/ en el reflejo del tiempo/ se le escurre/
la memoria/ de la que llevaba/ sudadera naranja/ la tarde en que todos
los demás
remontaban
pequeños aviones/
le encantaba
verla
tan callada/
tanto le gustaba verla/ así/ de esa manera/
que si hubiera sido un perro de pelo plateado
se habría azotado los ojos
con la cola
para no lastimarse
con la jázara belleza
del modo en que estaba
callada
y de sudadera naranja
mientras todos
menos ella
remontaban pequeños aviones
en long island

(Se edita el Diccionario Jázaro, de Pavic. Años más tarde, alguien descubre El eterno resplandor de una mente sin recuerdos)

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1987

tan raramente escapan de la materia que verlos
puede confundirse con la sustancia de un milagro
son necesarios a la vez el telescopio y la caverna
curiosa forma esta de mirar el corazón de una estrella
ocultando bajo tierra la mirada
la roca los pone a cubierto
y solamente los neutrinos
la emanación más íntima del cosmos
conocen el camino hacia el magma de galio que sujeta
en el núcleo mismo de los montes abruzos
seda desatada de una galaxia cercana
la gran nube de magallanes
cuando estalla
deja ver el cuerpo de la noche de tánger
reflejada

(La explosión de una supernova permite una rara observación de neutrinos con un “telescopio” subterráneo. Paul Bowles comienza a escribir su Diario de Tánger)

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1986

como pequeños libros
muy leídos en las escuelas mixtas
fascina
un poco ficticia
ella
la hermosa
que es también la de luego

-bajo la red los pechos
como peces
parecían indicar la fatalidad desnuda
de una celda
que envejece
confusamente-

la que a veces se imagina en ambientes educados
forzada a una estrategia con el riesgo/ en comercio
permanente con la duda
involucrada
en los rincones menos inocentes del pensamiento
la que no se avergüenza
de la posibilidad de las ventanas abiertas/
pero hasta entonces nada más que eso/ la que pone fin
resueltamente
a su octava estadía en la prudencia

dejó la piel
abandonada

(Iris Murdoch publica El buen aprendiz)

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1985

es el viento el que baja/ ahora/ en mi lugar/ la cuesta/
pero ya no hay órbita/ es otro puerto este puerto en el que miro
el río que termina en los puños de encaje de las olas
que se deshacen contra la vieja muralla de los ichimonji/
no está tan lejos aunque parezca estarlo/
es suyo el sonido que escucho cuando pasa/ hacia atrás/ buscando
la otra ventana que dejé abierta en el fondo de la casa para atrapar/
el sonido/ el suyo/ que pasa/ hacia atrás/ por delante
el sonido apurado del viento que cae/ inocente/ en la trampa
que le tiendo/ busca el punto de escape/ la luz del proyectorista
toma el lugar del aire/ quieto/ que yo rasgaba entonces
con el impulso de la cuesta en la que se desbocaba la ondina/
verde claro/ arañando el balastro con las ruedas gastadas de los años
de la infancia/ ahora/ dejo que el viento pase/ que me alivie/
que limpie la sangre del año muerto/ en el feudo traicionado/
hijo del diablo el atardecer cambia su rostro una y otra vez
para impedir que deje de mirarle/
primero es la doración del que parece el penúltimo momento del día/
águila escamada que se tiende como un manto sobre la piel del río/
después una cinta naranja intenso que se tensa en el horizonte/
la espada en el cuello separando lo posible/
bolsa de mandarinas que asia no comprende/ lo dorado del río
va virando entonces al púrpura/ pero no es éste todavía
el penúltimo instante/ por un tiempo/ no sabría decir cuánto/
mutan la piel del río/ la franja tensada/ la formación de nubes/
antes de apagarse concentra su fuego en el granate/ virando
las nubes hasta forzarlas a esculpir una réplica/ exacta/ del monte fuji/
cónico/ irreal/ violeta/ con el pico terminando en las nieves eternas
de los castillos de madera en los que el rey lear
aprende
su otro idioma

(Akira Kurosawa estrena Ran)

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1984

es más hermosa incluso
que aquello que muestra
pero no sabe que se equivoca
debería detenerse
confundirse en el paisaje
perder pie
como una virgen
dejarse arrastrar en la pendiente
por su nombre del año anterior
-marushka-
pero no es el tiempo
si no su espejo
que refleja hacia delante
lo que no se sabe
-el diablo en el cuerpo de la virgen-
si acaso existe un tiempo
que reflejar
en ese espejo
todo lo fingido es un borde
y ella
que finge
que probó el olor y la textura del salitre
debería saberlo y ganar pie
-tan veneciana-
en el pop neutro del abismo

(Madona edita Like a virgin. Marushka Detmers protagoniza, un año antes, Prénom Carmen, de Godard, y dos años después El diablo en el cuerpo, de Bellochio)

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lunes

1983

-I-

estoy buscando una patria y recién ha pasado la una de la tarde/
no es una hora en la que deba buscarse/ pero la estoy buscando/
veo una llanura/
el mar/
y la sangre/
los ecos líticos apenas modificados para el daño/
muescas de piedra en el cuarzo de la punta de flecha/
pero no está en ese comienzo

después veo el metal y el caballo/
no hay esmalte/
se corta/
un momento/
la imagen/ intermitente aparece el metal bajo el herrumbre/
se refleja/ mi rostro/ en la vitrina del museo

en la otra sala están las paredes cubiertas de óleos apagados/
en la tibia superficie del húmedo arenal veo las huellas
de la agraciada/
estáticos
esperan
los acordes del salmo/
y al lado el grito y el campamento y la batalla/
sólo en uno/ se adivinan las pinceladas eléctricas/ y el trazo
casi impresionista/ pero no/
no es acá donde voy a encontrarla

-II-

la tarde baja en las calles de la que fue montevideo/
ciudad encerrada entre puertos y celdarios/
donde sólo puede salvarse quien se equivoca de mesa
en el bar de la cita vendida al enemigo

no hubiera podido encontrarla/ esta tarde/
más que en el rojo esmeralda de la bisnieta de artigas/
educada en parís/
donde mueren los siglos de una forma inadecuada/
pero todavía no es ella/

estoy buscando una patria y no hablo su mismo idioma/
me la trajeron a destiempo/
la dejaron entre los almohadones de plumas donde se dejan
a descansar las patrias/
mientras el grito se desangra en la frontera/
¿dónde está bonaparte que debería haberla envuelto
en el sudario de santa helena?/
¿quién ha visto una patria que haya nacido
de algo diferente que la espada de ese jirón de córcega?

veo una llanura/
el mar/
y la batalla/
intermitente aparece la sangre/
agraciada/ la nieta del grito se corta/ un momento/
como muesca de piedra

(Visita al museo de historia, en tercer año de liceo)

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1982

arcillas pizarra y arenisca blanda
arenisca dura
cuarcita blanca
galena
arena -fina y blanca- apropiada
para la fabricación de vidrio
debajo
de la desnuda superficie de lo llano
y del monte adam
por encima el viento no deja
que crezcan los árboles en las islas
nombradas en nombre
del vizconde de falkland
pantanos y pastizales
ovejas
colonos franceses de saint malo
un barco de madera gris curtido en la mentida calma de la pequeña bahía
corralón de piedra
tenues
elevaciones dibujan el lugar donde la mirada se pierde
la sangre
helada
en puerto soledad

(Guerra por las Islas Malvinas)

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1981


veinte años más tarde
un pasaje subterráneo
del metro de berlín
puede ser también una cápsula
que lleva rumbo a estación solaris
orbitando de nuevo sobre lo desconocido
pero esta vez dejando
en un segundo plano
el patético afán del cosmonauta
esta vez permitiendo que el deseo
se desangre
en la furiosa lujuria de la metafísica
listos a matar
para proteger un secreto


(Andrej Zulawski filma Una Mujer Poseída. Igual que Lem, Zulawski nació en Lvov)

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1980

ahora es el guerrero el que busca un filo en que cortarse
mientras se derrama en su conciencia y lo va sacando de sí
la mancha metálica de los anestesistas
que lo deja
en otra parte

ahora está de espaldas
frente al espejo se abre
una ventana

cuando se abre se ve la herida y no es de sangre
la humedad que acepta la caricia
zdenka se pronuncia entredicha
entre los dedos del reflejo cuando lo toca
una palabra

ahora frente al espejo queda un gesto
dicho al oído de la memoria que lo guarda

más cerca está la imagen de la noche en ruta
de la penumbra interrumpida
que se dibuja mientras pasa
un automóvil
la imagen
otro automóvil
más cerca la noche hasta la fibra
de la piel en la penumbra

todo es un espejo y una herida
le dice
de espaldas

(Muere Josip Broz, Tito, en la sala de operaciones)

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jueves

1979

río de sangre estelí ciudad nombrada en la sabia lengua de los nahuatl
se abre al norte en el verde espinazo de la montaña
como un frágil encofrado
pero se sostiene la revuelta
en la mano justiciera del hermano menor de filemón rivera
reloj de arena el socavón
un hilo de tierra imperceptible cae
río de sangre el frágil socavón de la montaña cae
se va deshaciendo incluso antes
de que terminen de asentar los postes de madera mal curada
el espinazo encofrado se abre
y sangra

(Revolución Sandinista en Nicaragua)

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1978

a fernando beramendi, in memorian


sabía de tu valor por los cuentos de otros
-generalmente los dice el menos indicado
y ese no miente-
pasó mucho
tiempo y entretanto
sólo cruzamos dos

o tres palabras
años después
lejos del frente sur
pude ver que el eco de aquellos años
(de los que no hablabas) latía
todavía
en tu cuerpo ahora castigado

anoche
te paraste una vez más de cara con la esfinge
tu temblor
no era miedo sino ese algo peor que el miedo
que no puede conjurarse sino que tiembla

(sin embargo
deberá esperar hasta mañana
y más le vale
preparar su mejor acero si es que quiere
vencer esta vez al que tantas veces)


(Los sandinistas comienzan a preparar el Frente Sur)

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1977

emergí de la oscura escalinata y allí estaba
el enorme tazón iluminado
después el controlado rugido
el humo
el ensordecedor estruendo de la pólvora
la voz de mi padre
señalando
uno a uno a los guerreros
pude saber entonces quién era el enemigo
y aprendí
al mismo tiempo
los tres colores de mi única patria verdadera
años después no tengo
más himno
que ese canto de tribuna

(Mi primera vez en el estadio)

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1976



también el sabor de un durazno puede ser algo incomprensible
en el verano
cuando el ruido de los motores a nafta de las cortadoras de césped
hacen su trabajo
en la plaza principal de ese pueblo de provincia
yo intento no pensar en eso
imaginarla del otro lado de las vías
en la gran ciudad
probando en la zona intermedia de la tarde la textura del cuerpo
del durazno
desechando la piel/ dolorida
“porque nada debe perderse”
pero no hay receta que la fije en ningún punto del plano
inmanencia sometida a la rutina
perfecta
de una gimnasta rumana
¿y si fuera allí
en la aterciopelada piel del durazno
o en la simetría en blanco y negro de las barras paralelas
donde está el alma de las cosas?
yo intento no pensar en eso
pero igual me invade
la tibia sustancia de la zozobra

(Nadia Comanesci deslumbra en Montreal)

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1975

-I-

en cualquier puente un día cualquiera
se puede escuchar el ansia de lo que clama
y confundirla con el quejido del viento que pasa las hojas de un libro
abandonado apenas el tiempo
que lleva
levantar la mirada y mirar
distraído
un sablazo de atardecer en la pálida entresílaba del río

amparadas en esa confusión pasan las hojas
y pierde pie la silueta del que lee/ los codos sostenidos
en la baranda metálica del pasaje peatonal
no es más que una pausa / se miente/
pero demora el regreso/
podría seguir camino y terminar el cruce antes que caiga
la noche
evitar los lobos y el gris pizarra que se agazapa entre sus piedras
-ya no es metálico el frío de la baranda
ni se escucha al otro lado el ruido de los autos-
pero se apoya otro instante
la silueta del que lee

-II-

de uno a otro punto del paisaje se tiende el puente como un gato
de piedra
el intercity le pasa la mano por el lomo en estudiada tangente
presiona
en la arqueada somnolencia del felino
para que no levante antes de tiempo la estructura y no descarrile
los vagones
en picada/
catorce metros abajo
se corta la garganta
es el drina el que clama
por boca del abismo

primero fue la firme decisión del visir
después la renuente constancia de los constructores
amalgamada en el temor a los empalamientos y la carrera
con las aguas
después el orden de austriahungría
luego la sagacidad del haiduco
y el pulso
de la mano del muchacho de visegrad

de esas voluntades se nutrió la longevidad del puente

-III-

son tres los arcos del otro puente que se levanta despacio
con el ritmo preciso que cada piedra le impone a la piedra
que le sigue/ (no es cierto que el deseo sea liviano como
una pluma)/ no saben nada
de lo que está envuelto en las vecindades de otras piedras
que tienen/ también/ el ritmo familiar
de las piedras que se tocan de lado/
se avecina cada piedra con seis más
en la disposición otomana de las hileras que van levantando
el puente/
estáticas bandadas de siete piedras
ellas mismas son todo lo que tienen en este puente/
cada una /a través de la otra/
va tocando el canto de las piedras extranjeras/ se intuyen
parte de algo más firme y duradero/ pero no pueden verlo/
se desaniman a veces/ sienten el frío de la duda/ pero
el temor sostiene/
porque/ se han preguntado todas/ alguna vez/ ninguna
está libre/ de pecado/ se han preguntado
apretadas en la duda
¿y si fuera cierto?
¿si de verdad hubiera un puente más allá de ellas mismas?
¿si no fueran solo siete
piedras
que el azar ha colocado en forma de estática bandada?
¿si hubiera puente?
¿si de verdad lo hubiera?
¿si fuera puente el ritmo de lo quieto?
¿si existiera?/ ¿si no
estuviesen
solas?

(Muere Ivo Andric, autor de Un puente sobre el Drina)

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1974

nunca pensé que existiera una mujer con los ojos así
alfredo zitarrosa


bien que hubiera podido ser una tapa de la rolling stone treinta años más tarde
esa fotografía
imagen pop en un campo de girasoles/ o mejor aun/ sobre un fondo satinado
de rosas color granate/ su mujer de entonces
con el tocado de rodete y las postizas pestañas negras/ la blusa
roja
con ese aire de expatriada lituana en parís
y los bordados claros en las mangas/ sonríe
mientras le acomoda la corbata/
al cantor no lo abandona un instante la estampa de cantor
impecable el traje
la reciedumbre del gesto/
el pelo peinado a la gomina
podría haber sido ese instante una portada memorable
sin que fuera necesaria/
por una vez al menos/
la estudiada premeditación de keith richards abrazado a la guitarra
jugando a ser jim morrison/
ninguna mejor que esa foto del archivo familiar tomada al descuido
en la inauguración del café van gogh de buenos aires
para retratar los setenta y su ingenua manera
de ajustar
el nudo de la corbata
entre pestañas postizas
y campos de girasoles
(Su mujer le ajusta el nudo de la corbata a Alfredo Zitarrosa)

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1973

segadas al cuello se apilan las cabezas de los próceres
a la entrada de la casa de mármol una mañana de junio
no es más que un vago recuerdo la nieve

un caballo pasta en el cantero boreal de la plaza de la piedra alta
ecuestre pasta sin jinete de bronce
en la mitad de la noche
anónimo caballo pasta en la bruma
otro animal sería
si no fuera un caballo el caballo que se oculta
como una aparición en la aparecida noche
irrito y nulo
se declara
el ecuestre caballo sin jinete
que pasta
en el cantero boreal de la florida

no es más que un vago recuerdo el cuello de junio
a la entrada de los próceres
en la cabeza del mármol se apila la nieve

mordido
por el ácaro arsenical del emplumado almohadón de quiroga
ha muerto el buey
sin el arado
también el salitre tiene sus propios colmillos
que se clavan en el cuello del metal y herrumbran
la balanza
ya la deshace el peso
del buey muerto
acribillado

no es más que junio y la nieve
un vago recuerdo se apila como una pasta de mármol
en la casa de los próceres

muerto el buey
mordido el metal de la balanza
perdida en la bruma la desaparición del caballo
se pudren las rojas frutas del laurel
se desata el lazo
y cae silenciada
sobre las casas
avalancha de barro y sangre
la ladera del cerro
empantanada

(Golpe de Estado en Uruguay)

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1972

cordero perdido del archipiélago vuelve okinawa al eclipsado imperio
ya no estará para recibirla el ala doble en la solapa del piloto que hundió
al bunker hill
un once de mayo estrellándose contra el vestido de bodas de las
muchachas pelirrojas de california y de la mesera platinada de la cafetería
de madison avenue
que ya no podrán mirar sin partirse los ojos
el desfile de la victoria

ni la otra
también doble
también ala
también ala exterminadora del ángel tambaleante de un suburbio de osaka
derretida
de puro metálica
en el incendio del caza que se lanzó contra la cubierta del enterprise/
dos días más tarde/ aniquilando
a los marinos del bronx y de kentucky/ ¿quién
de todos ellos tendría la culpa del acero?/ nadie
queda vivo ahora para tomar entre las manos el fuego y contestar
esa pregunta

ya no estará para recibir al cordero perdido del archipiélago
el grito sofocado
de las mujeres del puerto de nanking

sólo el néctar helado de hiroshima
y nagasaki
sólo la brisa en la cubierta del missouri
la voz entrecortada
del sagrado emperador perdieron
a okinawa
que ahora
casi treinta años más tarde
vuelve a casa
tras vagar
en el mar
perdida

ithaka buscando su ithaka
tan egea de sí misma
okinawa

(Okinawa vuelve a ser japonesa)

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1971

es el viento/
entra por la ventana que da sobre el río y me golpea
como aquél otro primero de año en el italpark
cuando el grenoble setentayuno me lanzaba
en órbitas elípticas
pero no es más que el viento/
pasaron otros años sin ninguna profecía que cargar sobre los hombros/
como pasó el viajero por la kavarna de la estación de trenes
de eslovenia/
se llamaba marija el ángel/
debió quedarse entonces/ el viajero/
atesorar allí su nostalgia de trieste/ en lugar de seguir/
mar abajo/ ¿para ver qué?
¿las cicatrices en las calles intactas de shibenik?
¿el palacio de diocleciano?
¿la isla de hvar?
¿la seda entumecida de las tejas de dubrovnik?/ ¿la entrada en la habana
de camilo cienfuegos?/ debió quedarse en la estación el viajero/
se llamaba marija el ángel/ hablaba algo de italiano/ y no tenía
miedo
de la nieve

(Italpark)

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1970

si el metal es tan lento para deshacerse
y todavía no ha pasado tanto tiempo
¿quién puede decirme
ahora
dónde está el avión de lata perdido
en el asiento trasero de un taxímetro camino al centro de la ciudad?
¿descansa en algún túmulo funerario
en la escenografía combada con que la llanura va levantándose
hasta construir
despacio
las primeras estribaciones del relieve?
¿sigue girando hipnótico el espiral que la fricción de las ruedas volvía
un disco borroso
en el que apenas podían distinguirse los colores?
el mundo no es más que un juego de engaños
en el que busco el herrumbre de su eco

(Un avión de lata desaparece en el asiento trasero de un taxi)

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miércoles

1969

-I-

una tela de raso blanco es la nieve en la explanada del teatro nacional/
pero eso tampoco los conmueve
es necesario que del mazo de naipes caiga la dama
de piques/
un relámpago ilumina el bosque
pero igual
se impone el oscuro/
un estremecimiento recorre cada una de las mesas de madera de cedro/
uno/ a uno/ empinan/ las jarras/
de cerveza negra en la taberna del buey negro/ sorben/
las especiadas maltas negras de moravia

oscura/ una sombra/ se escurre en el callejón de loretanske namiesty

-II-

con una antorcha de bronce la mujer
de bronce cabalga el cuerpo
de bronce de un felino/
que tensa la musculatura frente a la renegrida torre
parece
buscar
en medio de la noche

perdida
por los pasadizos de la iglesia del niño jesús de praga la niña
vaga
perdida
entre las cajas sucias de fruta del trópico
donde se guardan los huesos de los monjes muertos
perdida
la niña se sienta en una piedra
el eco devuelve su voz temblorosa/ no se anima a llamar más fuerte
parpadea la única
lámpara
de luz
amenazante

-III-

las piedras de hielo revientan contra el pavimento de libeñ/
confirman el invierno/ se van agrupando/ crujen
como arenisca sobre un vidrio pulido/
resbala
quien quiera atravesarlas
paciente
el transeúnte espera
en el interior de una iglesia
cuando sale
la calle está cubierta por un manto de nieve
parece una inocente postal de navidad
los faroles amarillos sembrando el trayecto con delicados conos
de claridad/
pero debajo
de ese manto grácil
la arenisca de hielo cruje
como reflejo
del lejano paso de una división acorazada
cruje y aguarda
ya callada
la arenisca
en el interior del manto

(El enero checo silencia la Primavera de Praga)

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1966


la furia se desborda y los guardias rojos la recitan desbordados
son millones ahora los guardias rojos que fluyen
como el sedimento más nuevo de la vieja decisión
aluvional
de la larga marcha
fluyen los guardias rojos
por las vías férreas que llevan al pacífico siguiendo los cauces de los ríos
drenan todo lo viejo
por las fértiles llanuras de manchuria
quieren domesticar el huang he
inundar con sus aguas la traición de lo antiguo
rehacer la geología de lo inmenso
tomar por el cuello el desierto de taklimán shamó
ahogarlo
con los lagos de la meseta tibetana
fluyen
los guardias rojos
sonrientes y feroces posan para las cartelerías de la historia
seducidos por la simplicidad de lo que piensan verdadero
fluyen
los guardias rojos
en la china de mao

(Revolución Cultural)

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1965

un débil resplandor es el eco del calor del estallido
no queda más nada que ese registro opaco
del hidrógeno primigenio
del helio
de los tres primeros minutos del universo
las estrellas más antiguas
nacieron después
hechas de litio
y hojarasca
la noticia pasa inadvertida
parece caer
como una lluvia liviana
sobre los sudorosos hombros de las autoestopistas de nebraska
los restos del big bang se llevan esta temporada
como un saco liviano

(Penzias y Wilson dan a conocer la radiación de fondo de microondas, considerada un rastro de los primeros momentos del big bang)

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1964

las vías no mienten
es allí el lugar al que debía dirigirse
un pasadizo mal iluminado
tres tarros de basura/ un patio
al aire libre y tras la primera puerta
cubierta la piel apenas por un manto esperan
el deseado
momento
de besar las plantas del mesías
podría ser el día de su entrada en ciudad santa
pero aquí falta la madera del templo y los ramos de olivo
es apenas un sucio callejón de las afueras
y no lo reconocen
nunca
lo hubieran imaginado de ese modo/ les pregunta
si es por él que esperan en ese lugar tan apartado y solo
pero dan vuelta la cara
tampoco está él todavía
podría decirse que duerme/ lejos
que todo no es más que un leve estremecimiento
en medio de un mal sueño
pero debajo de la túnica
de uno de ellos comienza
el movimiento del brazo
que trazará un arco
se tensará en silencio
y encontrará el cuerpo
nueve años más tarde
en ostia
desangrado

(Passolini estrena El Evangelio según San Mateo)

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1963

todo sobra menos la hora que falta para verla partir
por la explanada del teatro nacional
sin que pueda evitar la tentación del melodrama
no se cansa
de mirar el relieve de su rostro
una gema hecha polvo para que nadie más la mire
vertida
por el lado incauto del reloj de arena
-en cada golpe de tiempo que pasa
lo inexorable de la noche le roba una parte de ella-

es la tarde de la entrada triunfal de valentina tereshkova
pero eso no es importante para ellos
no los convoca otra cosa que el ritual de la mirada
y la palabra/
como si fuera un decorado
por la avenida del café slavia
vieron pasar el entusiasmo sin que les rozara el fervor
de la presagiada conquista del espacio

aunque ahora finjan indiferencia
deben atesorar con cuidado el brillo de la que será
años más tarde
la antigua cosmonauta/
a valentina tereshkova le deberán la única posibilidad de sobrevida de
esa tarde
único recuerdo cuando se vaya borrando el recuerdo
de lo que se dijeron en la mesa del slavia

porque no hay materia

(Valentina Tereshkova, primera mujer en el espacio, pasa por Praga)

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1962















las estepas esperan que la noche las revele
se esconden/ mientras tanto/
acorraladas por los flashes y el tedio indiferente de la furiosa conversación
de las maquilladoras
nadie quiere volver tan temprano a casa/
allí esperan las estepas de sebastopol
y el neón de los desiertos
como una criatura
revelada

hay un equívoco detrás del gesto


(Marilyn Monroe se quita la vida, o se la quitan)

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1961



no fue difícil encontrarla en el deseo de la memoria
del frágil cosmonauta

orbita inocente
conejillo de indias de sí mismo
intenta comprender la voluntad de lo que está más allá
de su entendimiento
da brazadas con la ingratitud del náufrago
-pudiendo capitular sin resistencia se aferra
primitivo animal
a la oscuridad de la vida-
el cosmonauta orbita y se sumerge en la piel recuperada pero no agradece
la generosidad de lo desconocido
comete pecado de soberbia y quiebra
las ramas del árbol de la fruta que en verdad apetecía

el océano borra los débiles pasos en la orilla

todo son imágenes que se forman
caprichosas
en el magma de solaris

(Stanislav Lem publica Solaris)

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martes

1960

en el incomprensible afán del artesano del siglo uno
en su odio o en su sometimiento
ya estaba
esa línea de pound
de la que me hablaste en la mañana
evocando
el museo que guarda la alfombra de piedra
nacida de sus manos
para los pies de los señores

son como joyas sitiadas
me decías
y evocaban tus palabras el atardecer del trópico
en que el monje y el granjero traían de otra lengua
esa línea de pound
al borde del río san juan
el mismo de los filibusteros y los buscadores de oro
(para huir de los pieles rojas bajaban el atlántico hasta san juan del norte
navegaban penosamente río y lago
-el penúltimo trecho era en carretas-
y subían el pacífico buscando california)

en esa elección de la palabra sitiada
para hacernos la línea de pound inteligible
ya estaba contenido el afán
las manos la alfombra el museo de antakya
ya estaba
hecho de jirones y sudor de timoneles
el sonido de tu voz junto a mi oído

(Cardenal y Coronel Urtecho presentan su traducción de Pound)

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1959


es el viento/
yo estoy quieto como el cosmonauta cubano/
-¿cuál era su nombre?-
ya contenido en la despreocupada fotografía de camilo cienfuegos
mientras entraba en la ciudad del año cincuenta y nueve/
caminata lunar en traje verdeolivo/
no se había labrado todavía el ramo de rosas de valentina tereshkova/
pero ya estaba/ ese primer día de la habana/
la anunciación del quieto cosmonauta cubano/
en la plataforma de lanzamiento/ aferrado
a la vieja foto de camilo cienfuegos como se aferran en el italpark
las manos de los intrépidos viajeros del grenoble setentayuno/
no vaya a ser que a último momento no se decida a entrar camilo/
no sea que no caiga al fin de cuentas la ciudad sitiada/
no sea que se deshaga/ en el futuro/ el traje sellado
para soportar los colmillos del espacio/
el disimulado temor en la estación de trenes de eslovenia/
el veneciano asombro de la primera vez en la plaza roja/ arañado
por la duda
se desvanece en la nieve el cosmonauta cubano/
antes que se cierre la escotilla piensa qué hermosas quedarían
cubiertas por el manto blanco de enero la calle veintitrés
o las humeantes tiendas del vedado/
y no añora el trópico

(Revolución Cubana)

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1958

no se ha perdido el nervio a pesar del esfuerzo
que hacen las palabras por sentirse a gusto tan lejos de casa
puedo imaginar a natalia ivánova
buscando las equivalencias
desolada
porque se le escapan entre los dedos como peces
pero en el rastro plateado del inasible cuerpo del poema
queda
cierta humedad del alma
de esa triste expresión sin entusiasmo
de la mujer envuelta en una bata japonesa
que abre la puerta y pregunta
sin asombro
-¿decidiste quedarte? ¿un cambio en tus costumbres?
-sólo vengo un momento...olvidé el reloj
-¡ah sí, claro, el reloj!...olvidaste el reloj
todavía un soplo
de ese dolor disimulado detrás de la ironía
la actitud desusada en la expiración del aliento contenido
-si esa vez al menos-
también sería posible decir una gota
abstraída en el sudor del rostro
temblorosa
equilibrando el sesgo en el umbral de un apartamento de la calle
neglínnaya
-¿me llamarás? pregunta inocente como una niña
y ese aire extraño y vago
es una máscara más para el temblor y el aliento en el umbral del rostro
enmascarada soledad de gatos ágiles pegados a los muros y máquinas
tragaperras de gaseosas

de ciudad adormecida tazas
con restos de café en la mesa de noche
y viejas revistas francesas al pie de la cama
pero es el temblor desnudo
no hay un sólo rictus que lo vista
es la desolada caricia del gesto desinteresado cuando las cartas están
echadas:
-aquí está tu reloj...deja que te lo ponga
hay un trasfondo en ese gesto
una instantánea congelada
algo definible -pero que el poema calla-
un rastro plateado del año escrito al pie
del último verso

(El poeta Evgueni Evtuchenko olvida su reloj en un apartamento de la calle Neglínnaya. Luego Natalia Ivanova traducirá el episodio)

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1957

-I-

allí dormía
la fugaz visión del rostro
que asoma a veces
como ocurre con cierto forzado ayuno
en el que se empuña
de esa manera
un poco de té
deseaba
su preciada colección de cerámica casi inagotable
un ronco grito
la puntería
lacrimatorios egipcios y griegos
y las botas

-II-

solía un libro
reposar
desnudo
turquesa no sé donde
y no pasó mucho sin que se tendiera
conmigo
la visión/ perláceo
y terroso
momento a pesar de mí
ella nunca lo supo
mejor así
no podía permitirse un escándalo


(Lawrence Durrel escribe Justine, para que yo la lea)

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1955



tarde la contraluz se apaga en una luz contra la tarde
la mujer del turquesa obligaba al recuerdo
de una pierna de lado cruzada sobre el canto de la silla en berna
deshecho por el piso de sus ojos se arrastraba lo que veía
o pensaba
que veía

no estaba
la que arrastraba el turquesa por el filo del contraluz de berna
pero igual miraba
quieta la tarde por el piso arrastraba la última luz en el último patio
de la casa

mientras él veía
en la lenta contracción del párpado
el filo del turquesa empujando la barca sin remero
río abajo

(Muere Albert Einstein)

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1954

es difícil pensar la hondura
de las seis tonalidades de la lengua que se habla
en la sinuosidad acanalada de las montañas de yunnan
pero es necesario hacerlo/ ahora
que el río mekong trae los restos de la madera que fortificaba el paso
de las aguas
en dien bien phu/
el suave oleaje va erosionando el dialecto de l'ille de france/ cada golpe
de la artillería del vietminh vacía de lenguaje los cascos
urbanos de la perla de indochina/ es el ruido lo que no deja
escuchar
la nueva impostura/ trae los restos
de palabras que se desprenden
como brazos

(Francia es expulsada de Vietnam)

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1953

y sin embargo quién
sino tú
nos sostuvo
en el momento del miedo
en el crudo invierno de los blindados de renania
en la siega lacerante del enemigo que parecía devorar los campos
en el reino del horror entronizado
quién
sino tú
iósiv visariónovich
nos hizo de acero frente al enemigo
nos sostuvo en la confianza de tu estatura
nos entregó la niebla para defender los ojos de la traicionera puñalada
que ilumina lo que no debiera verse

y sin embargo no eras tú
sino el gigante
galvanizado en la fragua inocente de los oscurecidos
que habíamos puesto en tu lugar y le habíamos dado tu rostro
no eras tú sino tu nombre
vivado en españa
frente a los pelotones de fusilamiento
tu nombre y tu rostro
en stalingrado
deshaciendo las divisiones de von paulus
tu crudo nombre
tu nombre
y tu rostro
que todavía te ocultaban
de nosotros y la furia
de la historia

(Muere Iósiv Visariónovich, Stalin)

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1952

pero es inútil invocarla
con su nacarada cubierta los planisferios no son otra cosa que tuberías
rotas
por las que gotea el olor a recién lavado de la blusa
que precedió al gesto de sus manos
mientras miraban la ciudad desde el café central
que ahora está del otro lado
de la línea divisoria
el gesto de sus manos
el café central
el olor a recién lavado
instantáneas de una frontera azotada por la ventisca
a la vuelta de la esquina

(Instantánea de Berlín Este)

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1951

la espera en el salón
sabe
exactamente
lo que ocurre

¿cómo dejarle sobre la mesa
un grito
aterrador?

quería algo
y se quedaba

después vino la muerte
y no tuvo sus ojos

(Muere Cesare Pavese)

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1950

los quásares distantes van virando
en el dorado puente de gas de magallanes
aunque se alejan son ellos
con su eco
quienes nos traen de regreso el hálito de helio de las grandes migraciones
buscaban el turquesa de berna y los encontró el frío
errantes para siempre
los quásares
dejan el rojísimo rastro de su espectro
se llevan
el intervalo entre dos movimientos de las agujas del reloj
de la oficina de patentes
allí espera
el momento adecuado
en la curvatura del tiempo

(Observan los quásares. Se alejan, velozmente)

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1949

veinte años buscando el camino a la rusia prometida dejan un helado sabor
en la garganta
la entraña de la nieve se deshace
mojando el rastro de la paginación acumulada que vaga el campo
ahogado antes de ser siquiera escrito el libro
-para no volver dejó la casa del exilio donde lo atesoraban entre excusas-

mientras fuera sólo manuscrito quedaba una chance de encontrar
al fin de cuentas el camino/
junto al muelle la paciencia era posible/
pero ahora
de alguna manera indefinida
el mar
se recoge
y no sabe decirlo por sí mismo

rendido
para no escuchar de nuevo el llamado la voz
ni el eco de lo que se deshace en cada paso de la memoria
se deja envolver por la deshecha entraña de la aldea abandonada
rendido escucha
por última vez
el rojo del cuerpo en la vela que se apaga en cada paso
se deshace
en la nevada entraña del libro
que vaga
en lo deshecho
lo escucha
por última vez
lo sacrifica

(Después de veinte años, Milos Cernianski termina su novela Migraciones)

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1948


era el año en que por veinte centavos podía comprarse la imagen de una
pelirroja de california con una rodilla hincada en la playa/ cuatro dedos
de una de sus manos ayudando en la tarea de mantener el equilibrio/ un
bikini con franjas azules/ delgada/ vegetación oceánica asomando entre
la arena/
por cinco centavos menos/ un año antes/ podía conseguirse todavía un
primerísimo plano de rita hayworth o elizabeth taylor/ tan bella estaba/
con el hombro izquierdo casi desnudo/ la boca/ perfecta/ delineada/ y un
pendiente de madreperla/ nada decía la portada de life que ilustraba el
verano / del oficinista nacido en baltimore que se hubiera casado un par
de años más tarde con la pelirroja de california de no haber sido por la
inesperada aparición de una bala en la frente/ a pocos
pasos del paralelo treintayocho/ en el vértice equivocado del perímetro
de pusang/ nada sabían/ en las playas de california de la emboscada de
handong/ trescientos quince soldados del veintinueve de infantería ya
no se casarían con las sedosas pelirrojas cuyo recuerdo/ haciendo
equilibrio con cuatro dedos de una mano/ -el quinto desapareció entre el
barro de yongdok -/
la rodilla hincada en la playa de desembarco/ elizabeth se perdía/ tan lejos/ de la delgada vegetación que asomaba entre la arena

(Life veranea inocente mientras se prepara la guerra de Corea)

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1947

con su galope sin rumbo la sombra
del caballo de miguel páramo
busca
-se busca-
en el lienzo de piedra de la media luna
repite un tardío mensaje en los oídos de nadie
resbala
por el eco de las graderías vacías de la plaza de toros
junto al cónsul: yvonne
-esa justine del trópico-
se mira en la muerte
de miguel páramo
cada noche
caballo desbocado que rompe
el manojo
de diez centavos de hojas de romero
polvo y mezcal en el oscuro mediodía
el sentido del eco se olvida
en el barro seco del camino golpeado
por las herraduras de plata
eco y galope-manojo de noche desbocada-
en el lienzo de piedra de la medialuna

(Se publica Bajo el volcán, de Malcolm Lowry)

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1946

un sendero rojo en la antigua montaña rusa de madera era tu vestido en
kaliningrado
todavía los trenes no pasaban fácilmente la frontera
y las enterradas piezas de cristal no se habían
perdido en el barro de la casa
años en que la verdad incontrastable era la seda de la china
traída en barcos portugueses a los puertos bálticos/
para que tensara tu forma
de esperar
en la pequeña sala de las estufas de cerámica verde
el rey navegante construyó su imperio
miró el horizonte desde los puertos cercanos a lisboa
cristianizó las costas de oriente
colocó grilletes sobre las gentes de cabo verde
mató en yokohama
incendio aldeas
sembró el terror
y todo fue justicia
era necesaria la seda negra de la china en el andén del último puesto
fronterizo
la tiniebla de lo que se aleja
el vacío en el estómago de una tarde en la montaña rusa
tu ignorado pasado en la ciudad de kant
la proposición analítica
-las montañas rusas son rusas-
el rojo de tu guardarropas que descubre
que la verdad no es otra cosa que una moneda de cambio
el tren rápido llegará hasta lituania si finalmente se quiebran
las barreras comerciales
no será necesaria entonces
la furia de los barcos del rey surcando los mares entre seda y pólvora
las mujeres de kaliningrado no llevarán
entonces
el grito y la sangre
en los largos vestidos de fiesta que trocaban por el ámbar de los túneles
secretos
pero la tiniebla
la roja tiniebla de tus ojos clavados en el lado prohibido de la mesa
montaña rusa de madera/
que se parte

(La ciudad donde había nacido Kant pasa a llamarse Kaliningrado)

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1945

darás las gracias cuando pase la noche
ezra pound

helado en la delgada tienda de campaña del campamento de pisa en que
se hiela/ viene a rescatarlo el esplendente recuerdo de venecia/ enlodado
prisionero/ lava sus pies en el agua de las inundaciones que trepan la
plaza de san marcos en noviembre/ lo salva
el esplendor de la capilla del palacio de los dogos/ el firmamento sagrado
en la verde bóveda de los mosaicos bizantinos y los caballos de bronce
traídos del saqueo/ lo salva la luz impresionista con la que se despierta
entre canales al caer la tarde/
cuando cualquiera daría fortuna y gloria a cambio de que al último aliento
le siguiera esa majestuosa procesión alejandrina
que es un entierro veneciano
eso lo mantuvo vivo
a pesar de la jaula erizada de púas/ de los golpes y el asco
no podía morir tan lejos de venecia
necesitaba
el tañido fúnebre de las pértigas alejando la negra góndola del muelle
de los vivos/ apretar el cuerpo entre los muros enrojecidos que aprietan/
a los muertos/ bajo el abigarrado túnel de los cipreses en el anhelado
islote de san michele

venecia le entibia los dedos
para que invoque con sus palabras a ruy díaz de bivar/ y se piense/
mientras dura el permiso de mantener la luz encendida/ camino a burgos
o a valencia
venecia lo nubla horas enteras para que crea que ese sucio hilo de luz
que traspasa el hedor de la resbalosa tela no es otra cosa que el crepúsculo
de dalmacia y que pronto/ vendrá kung/ el soberano/ a darle su hija como
alianza de estado/ ya lo hizo una vez en beneficio de otro que languidecía/
como él / en las mazmorras de palacio
nada peor parecía poder pasar en los tiempos del cautiverio en pisa/ pero
toda hiroshima trae su nagasaki agarrada del fuselaje tres días más tarde/
así que lo llevaron por doce años a la sala de locos peligrosos de saint
elizabeth/

para poder salvarlo/ esta vez/ la serenissima/
necesitaría las dos alas del león de san marcos y toda la pericia de sus
almirantes
pero allá fue de nuevo
a internarse con él en la interminable noche de los padecimientos/
a llevarle las sombras y el quiebre de las esquinas de piedra
la tregua provisoria que después del aqua alta se negocia de nuevo
entre la laguna y cada fondamenta
la siesta provinciana de los campi en dorsoduro
o el esquivo puente de las dos espadas
envuelta en sí misma como en una capa de fieltro
la serenissima república fue de nuevo
esperó a su lado
y como cada vez que quisieron doblegarla
ella fue paciente como el plutonio
y lo trajo a casa
(Ezra Pound es tomado prisionero, aislado en Pisa, y luego internado por doce años. Regresará a Venecia para morir en patria)

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1944

ha caído voroshilovsk
recién lo supe esta tarde
sentado del lado del sol en un ómnibus urbano
un libro abierto en la página precisa
ha venido a decirme que ha caído voroshilovsk
sin que yo se lo hubiera preguntado
casi por error me lo ha hecho
saber

seguramente recuperada meses más tarde
hoy a caído ante el bombardeo lacerante de la luftwafe
y la retirada táctica del destacamento asignado a su defensa
no hay forma
en que pueda consolarme
la lógica de los historiadores
como no consuela la inminencia de la pascua
al niño inocente de un pueblo de provincia
que escucha/ por primera vez/ la repetida condena

¿qué cuidará del rebaño de la aldea aquella de ucrania ahora
que ha caído voroshilovsk?
¿qué acudirá en ayuda de los partisanos que ya no tienen
más que un puñado de balas
en un plato de cobre?

tibiamente mecidos los pasajeros del leyland gris regresan a sus asuntos
esta tarde de invierno
no muy fría
no muy gris
muesca irrelevanteolvidada en cada olvido

(Cae Voroshilovsk)

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1943

el guerrero ha temido lo peor y dispara sus púas en remolino lastimando
los espejos
y las doradas pezuñas de los escarabajos

una se clava en alguna parte
lejos del blanco que le estaba destinado
empercudida
en el sudor de los defensores
la espera es el canto hipnótico de los que se creía ya vencidos y la púa
disparada en remolino por el guerrero enemigo de los espejos y de las
doradas pezuñas de los escarabajos es también otra forma
de la misma paciencia

pero avanza igual sin su pezuña dorada uno cualquiera entre los
escarabajos valiéndose de la negra armadura de quinina y ese es el trago
amargo del flanco más débil
al otro día
los atacantes se tomarán revancha
pero habrá quedado escrita la sangre
en la memoria

más delgadas aún son las trazas de nieve
que deja
detrás
la muerte
en la sublevada epidermis de varsovia
en lo helado de agosto se desangra el verano

(Alzamiento del gueto de Varsovia)

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1942

un hilo
ni muralla ni coloso
no es más que un hilo
pero existe
para ser contadastalingrado

(Resiste Stalingrado)

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1941

para no ver
cierra los ojos
la dama
cuerpo en la noche
vuelve a la noche

(la noche
dócil
se acerca
parecida a ella mismay le dice ayúdame)

(Se suicidan Marina Tsvietaieva y Virginia Woolf)

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1940

con los rostros manchados por barro o carbón
apenas iluminados por un candil conspiran los iluminados
una mujer de veinte años/ siempre hubo una /mujer de veinte años y
siempre/ que la hubo/ nada malo le ocurrió/ a quienes estaban con ella
l'armée secréte balbucea el lenguaje cifrado del maquis
es extraña la perspectiva de la fotografía de roger viollet
el borde superior muestra el arco del triunfo perfectamente alineado con
el horizonte/ y sin embargo
la imagen de las tropas alemanas que desfilan/ parece caerse de lado/
todo lo contrario a la perfecta sincronía de la cámara de robert doisneau
ante la que se acaban de lanzar los panfletos al aire que descienden
suavemente
interminables
sostenidos
en la curvatura de fuerzas gravitatorias
sobre las profanadas calles de parís

(La Resistencia comienza sus actividades en Francia)

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sábado

1939

la señorita de wilko se llamaba pilar al otro lado de europa y envolvía
sus hombros en un chal oscuro con bordados
además:
ese otro sudor en una habitación deshecha
la urgencia y los ojos claros
entornados con fuerza
a contraluz

¿hacia dónde se dirige el ángel con mal tiempo?
se quiebra el plumaje de yeso
y cae el cielo
sobre la delgada manta que los cubre
ya vendrá quien se quede con el candelabro de plata
ese que ahora refleja la delicada imagenque atesora
entredormida

es el rojo deshecho de los labios
que rueda de los hombros
y cae
como un chal oscuro el cieloatesorado:son días de blitzkrieg y carroña

(Cae Madrid. Alemania invade Polonia)

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1938

el mastín de la época se lanza sobre mis hombros
o.e. mandelstam

armenia
crimea
el zarpazo de lubianka
la superficie habitable codiciada por los coatíes
el odio
del montañés del kremlin
el libro
sin tapas
los cuadernos
salvados por nadiezhda después de la requisa
una carta
en la espera del invierno
la barraca número once
cerca de vladivostok
poco más pudo saberse
de osip emilievich
el iluminado por la primigenia belleza de los zorros azules

(Osip Mandelstam muere en un gulag de Siberia)

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1937













ahora que dicen que ha muerto
alma transfigurada
del primer tercio de siglo
puedo buscarla lejos de viena
y del río moscova
lejos de nietzsche y de rilke

lejos del debate estéril
sobre el espesor verdadero que le fue dado alcanzar
en la alquimia dudosa del subconsciente
los puentes de piedra del vltava
la vieron pasar
y detenerse
en los detalles de los demonios encadenados
que adornan las estatuas de los santos
pero es más lo que guarda de su templo
el minúsculo barco de talavera
anclado en la cerámica de la casa del océano
nunca estuvo en belgrado
y reikjavik no significa nada para ella
es que no soportalos climas helados

(Muere Lou Andreas-Salomé. Volverá a nacer años más tarde en la isla de Jersey)

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1936

anna kovaleskaya tenía veinticuatro años cuando paseaba por la plaza
de yakust
y tomaba el té en anchas tazas negras
con una fina guarda naranja rodeando el borde
todavía no se ha borrado su rastro en la plaza
ni en las tazas todavía
tibias
de anna kovaleskaya
la nieve
y el nevado prado de sakha no saben
qué hacer
con el rosado de su cielo
ni con la espera
en el café samushenko

todas las ciudades deberían tener
un café samushenko
una plaza con nieve
un prado rosado
una fina guarda naranja rodeando su borde
el modo en que espera
recostado el rostro en una de sus manos
la belleza acodadade anna kovaleskaya

(Anna Kovaleskaya tenía veinticuatro años)

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1935

-I-

un herpes de claridad lastima el gris del cielo en el opaco instante
que antecede a la tormenta
no es mutismo ni silencio el ruido
de los automóviles
que buscan el sábado al final del día
lastima el modo en que dejan sin alma las calles del distrito financiero
usadas cuarteleras en la estación final del cuerpo de tiradores
que no vuelven
la vista
atrás
ni preguntan el nombre a las que escucharon indiferentes el ardor
-¿de qué otro modo iban a hacerlo?-

pero al menos los tocados por la leva tienen la disculpa
de lo que pueden esperar a la vuelta del día
en los pajonales del chaco
o en el frente de varsovia
en cambio
los oficinistas que conducen
sin alma los automóviles en los que buscan el sábado
deberían saber que muy pronto necesitarán de nuevo
de esas calles que ahora dejan como si a nadie le importaran
las lastimadas calles que la opacidad lastima/ deberían saber
que no es más que un herpes de lo claro
ese círculo celeste en el gris de un cielo

las dejadas atrás encienden cirios invisibles
esperando que llegue la tormenta y cobrelo debido

-II-

¿y ahora que los automóviles han encontrado el sábado
qué es
lo que allí adentro había?
¿para esto dejaban las calles que se retuercen de dolor como isleñas despojadas
del primogénito en la carnicería de astillas y óxido que dejan en los cuerpos
las viejas batallas fluviales que van hiriendo quedamente
hasta que la noticia de la muerte llega
jadeante
a decir que sí
que es cierto el cuervo de lo presentido
que ya pasó por la fosa
nasal izquierda
y llegó
a la hermana fosa
nasal derecha
el hilo con el que cosieron el amado cuerpo a la lona que lo envolvía
y contenía el peso que lo haría caer de pie
como es debido?

¿tan fuerte era el llamado del vacío
en el vacío de los automovilistas
como para dejar atrás incluso ese dolor de las frecuentadas calles del distrito financiero?

-III-

espejo inverso del mar entre tierras que alguna vez
fue el señorío de cartago y que ahora se ofrece
como en la no-palabra de una desconocida en el puerto de rangoon
se ofrece
en la cartelería de vidrio de una agencia de viajes
espera por alguien que busque lo que alguna vez buscaron
quienes no tenían voz para nombrar el remo
pero sí para su empuñadura

aunque los automovilistas han encontrado el sábado
siguen escapando
aferrados a su sillón de descanso
como si fuera
el asiento del sedan del noventaydos color verdeagua
en el que ayer nomás buscaban el sábado

en su idea incompleta de lo que de verdad desean
abrebar del sábado vagan
por los puertos
lejos de piazzale roma
desean el mar picado
pero sólo encuentran
la planicie de lo quieto

saben que las abandonadas calles no perdonan fácilmente
y cuando sea el instante del cuervo
nadie pondrá
junto a sus tumbas un remo por si su alma llegaa precisar ayuda

(Termina la guerra del Chaco. Setenta años después los automovilistas lo habrán olvidado todo)

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1934

hablar de ella
con ese estilo casi documental que la memoria le impone a las palabras
ya vendrá la propia noche
a encargarse de sus trampas
y de sus fantasmas
que envejecen
como todos
se deja empujar por el embrujo simple de la fábula/
no opone resistencia
cuando la nitidez
descarnada
de la multitud de la estación de buenos aires borra
el reciente recuerdo de los toldos
se sumerge
en el tumulto recién abierto
descubre
temblando
la belleza de la ciénaga que de verdad apetece y se sabe
a la vez
apetecida
cae el día de la mañana siguiente
tras los edificios de avenida de mayo que todavía no ha visto/
trae entre las manos un cuerpo
y el ruido apagado de sus plantas
en la alfombra deslucida del primer hotel de buenos aires
merodea
los grises paseos de la muerte
deja paso a la fascinación de la otra fábula
sin historias laterales
ni personajes secundarios
sólo el presente que se destruye a si mismo y así perdura

(Eva Duarte llega a Buenos Aires procedente de Los Toldos)

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1933

emerge
más abajo del cuello
en medio del pecho
hundido
en diversos matices
el registro vacilante de los historiadores
ofuscados
por el exuberante exceso del martirio
apenas
una leve presión en la adormecida crónica del día
sosteniendo
con sus dos manos
una frase
a la hora de la siesta

en la penumbra
inmóvil
callada
la más lejana
mira
de cerca

y luego un lamento
estrechó
la boca

recuerdo mi horror al ver
que se llevaba
consigola inutilidad del gesto

(El ex presidente uruguayo Baltasar Brum se suicida en protesta por el Golpe de Terra)

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1932

de una manera que podría llamarse veneciana
la estudiada pose de su mirada
evita
la plana frontalidad de la fotografía
testimonia el eco
de lo que habría enmudecido
de no ser por esa imagen de estudio tomada en gran bretaña:
la intensidad
su callado desencanto
algo más íntimo
su sangre

(oh dios
concédeles
la patria de sus anhelos
)

muchas veces lo he mencionado
en esa extrañeza
era
más profunda
la hermosura

el intenso brillo
demasiado lejos
murmurabaesa eternidad que escapa

(Rebecca West se toma una foto en Londres, antes de viajar a Yugoslavia)

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1931

es hermosa la noche
fluye
perdida
a pie
en busca de ventana iluminada

ella se abre
generosa
al oleaje hipnótico
acaricia
entre los dedos
la palabra


(Virginia Wolf publica Las Olas)

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